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Rubén Adolfo Ingenieri de Quilmes y la vida en una casa de botellas

Rubén Adolfo Ingenieri de Quilmes y la vida en una casa de botellas

      ¿Cuántos secretos contienen una botella? ¿Cuántos misterios? Licores, vinos, aguas cristalinas, aceites, el líquido de los festejos, brebaje de los dioses, dulce encanto a la vida eterna… Todos hemos vertido y consumido el contenido de una botella alguna vez en la vida, pero se puede contar con los dedos de las manos las personas que han construido sus casas con botellas. Para Rubén Adolfo Ingenieri, artista, actor, soldador, maestro de varios oficios, las botellas son como los amantes.   

--Soy descendente de italianos a morir, Ingenieri, hijos de italianos y yugoslavos…   

--¿De yugoslavos también? En Quilmes, Argentina. ¡Fantástico! Y vive en una casa de botellas…  

--Esto lo tenía pensado hace casi veinte años atrás. En realidad, cuando tenía más o menos quince años, cuando vivía a 25 cuadras de aquí. Había hecho una casa en un árbol. Y yo vivía allí.  

--¿En serio?  

--Tenía entonces la vida de un hippie. Me gustaba y me gusta la música rock. Y me metí en el teatro, del absurdo, como el teatro de Artaud, todo. Yo era fanático de Artaud, de Edgar A. Poe, el gato negro, el cuervo, el corazón delator…  

 

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