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Buenos Aires Jaque Press, en inglés y español

Hacer consensos sin hacer cambios, en tiempos de crisis

¿No es extraño, incluso acaso exótico, observar de qué manera las ideas se dan vuelta como los huevos en la sartén? Y con qué rapidez los conceptos considerados fuera de foco hace muy poco ahora brincan amablemente ante los ojos de los políticos, los congresos, los diarios, la radio, la televisión y, en fin, logran el consenso de la noche a la mañana.

 

Hasta muy poco tiempo hubo doctores en economía y hasta ganadores del premio Nobel que nos decían con tono de autoridad que el Estado era el problema, el mercado la solución; que la actividad económica es eficiente si es desregulada; que los mercados libres y globales son siempre preferibles al proteccionismo; que nacionalizar es un pecado y privatizar es liberar las fuerzas creativas del mercado.

 

Lo que el tercer mundo tenía que hacer era incorporar las recetas del Fondo Monetario Internacional, aceptar préstamos, privitazar y privitizar, rebajar impuestos a las empresas multinacionales, "abrir la economía" y creer las condiciones necesarias para repatriar las ganancias a los países centrales...y, además, se decía que los países periféricos deberían concentrar en la exportación de materias primas y productos elaborados por las empresas multinacionales y dejar "gotear" el dinero así generado a las masas de pobres. 

 

De repente estallan las finanzas en el "primer mundo" y las empresas tocan la puerta de los gobiernos, pidiendo millones para cubrir sus errores y estafas. Los políticos y economistas hablan de "cambios" pero sucede que unos cuantos políticos y economistas que andaban por el mundo apuntando los dedos a cualquier país o político que dudaba del díos mercado, son los que sin culpa alguna están indicando que en efecto el Estado es la solución a la crisis financiera, que en realidad el mercado es el problema y tendría que ser regulado, que la nacionalización de bancos, financieras y corporaciones internacionales es la forma de salir de la depresión. Es decir, el mercado libre es el díos del sistema y el Estado un bruto...pero cuando las papas queman...

 

Es que el poder en el mundo y en los países que causaron la actual crisis financiera está en manos de muy pocas personas que saben muy bien qué hacer para cambiar las cosas sin cambiar nada, para lograr que sean las mismas elites políticas y económicas quienes solucionen el problema…todo bien, con las leyes que corresponden pero sin comprometer su poder, sin perder sus mercados y sin que nadie fuera de su grupo muy reducido participe en la búsqueda de soluciones.

 

Lo que asombra es la facilidad con que se crean consensos, especialmente en los Estados Unidos y Europa. Mirando el problema desde el costado político, es notable lo poco que costó convencer a la mayoría de los norteamericanos que Sadaam Hussein era algo así como el diablo. Lo mismo para muchas situaciones anteriores, desde la guerra contra el colonialismo español, las numerosas invasiones en América Latina, la guerra contra Vietnam...y la invención de las "guerras preventivas." Luego del atentado contra las torres en Nueva York, ningún diario en los Estados Unidos cuestionó la política del Presidente George Bush—hasta que la verdad apareció, a pesar del consenso. De repente, junto con los cuerpos de los soldados muertos en Irak, la prensa comienza a encontrar las mentiras y falsedades detrás de la invasión...

 

Ahora de repente el presidente Barack Obama dice que invadir Irak fue un error…y nuevamente el público parece aceptar que actuar en Pakistán es “políticamente correcto.” Dice también que la política económica de Bush--basado en dar ventajas a las grandes empresas--fue un error. Y ahora una amplia mayoría acepta la intervención del Estado como la mejor forma de solucionar las crisis financiera...

 

Esta extraña forma de hacer consensos, nos estimula a hacer las siguiente preguntas: ¿En sistemas formalmente democráticos por qué es tan fácil que las crisis sean manejadas por los “de arriba, por los mismos que dominan la política y los resortes económicos? ¿Por qué en los tiempos de crisis se descarta de entrada la participación popular? ¿Cuál es el poder real de los medios de comunicación en la formación de la opinión pública y cuáles son los intereses que ellos representan? Si algún lector tiene la repuesta estaríamos muy agradecidos recibirla.

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