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Buenos Aires Jaque Press, en inglés y español

Papel Prensa y la libertad de expresión en Argentina

 Con el paso del tiempo hay conceptos como “la libertad de expresión” que van tomando significados con matices bien diferenciados. Algo de esa erosión de sentidos se observa en el enfrentamiento actual en Argentina entre los diarios tradicionales y el gobierno nacional. Casi todos los días “Clarín” y “La Nación” hablan de una supuesta “ofensiva del gobierno contra los medios independientes.”

 ¿Pero hay alguien lector que considera a Clarín y La Nación como diarios ‘independientes’? Por más que los dos diarios se presentan como medios “serios,” defienden los intereses económicos y políticos que los sostienen. No son independientes. Para ellos “la libertad de expresión” está estrechamente vinculada a la estructura económica neo-liberal, y por lo tanto consideran cualquier intento de dosificar su predominio sobre el mercado de la información como un ataque a la libertad de expresión.

Incluso a nivel internacional, es difícil encontrar diarios verdaderamente independientes. "The New York Times" es un muy buen diario y en sus páginas se puede encontrar diferentes enfoques sobre un mismo tema, investigaciones importantes. Pero políticamente casi siempre apoya la línea del Partido Democrata. Algo similar se podría decir con respecto a otros diarios de importancia a nivel internacional. Es decir, un diario siempre responde a intereses económicos y políticos, algunos con más independencia, pero cuando el tema tiene que ver con los intereses vitales el grado de independencia se achica... 

 Una visión más amplia y tal vez más inocente podría sostener que la verdadera libertad de expresión ha de producirse en un ambiente informativo no monopólico en el cual gran cantidad de grupos económicos, políticos y culturales tengan acceso a los medios de comunicación para dar a conocer sus punto de vista—sin restricción por parte del Estado y sin presiones por parte de grupos económicos de peso. En el mundo actual la difusión y la intretretación de la información es crucial. 

 Detrás de la cuestión de la supuesta erosión de libertad de expresión en Argentina hay una clara lucha por el poder. Los dos diarios, que se han presentado casi como voceros de la oposición al gobierno Peronista de Cristina Kirchner, no expresaron semejante preocupación por la libertad de expresión durante la sangrienta dictadura de 1976-82. Es más: fueron beneficiados ya que la dictadura les facilitó apoderarse de Papel Prensa en una operación cuya finalidad era económica, política y racista.

 La intención del gobierno de facto y criminal era reducir la influencia de un exitoso negociante de origen judío y asegurar una prensa no contraria a sus intereses. Los golpistas sabían perfectamente que en su lucha por el poder necesitaban controlar y manipular la información.

 David Graiver, un muy exitoso negociante de origen judío, accionista principal de Papel Prensa, murió en 1976 en un accidente aéreo cuya causa nunca ha sido aclarada, y la mayoría de las acciones luego fueron transferidas a Clarín, La Razón y La Nación. Ahora los tres diarios, más un paquete menor del Estado, establecen las condiciones para la venta de papel a los demás diarios en el país.

 El gobierno cuestiona la legalidad de la transferencia de acciones a Clarín, La Razón y La Nación, sosteniendo que la viuda de Graiver, Lidia Papaleo, fue obligada mediante fuertes presiones a firmar el traspaso de las acciones; que luego de la firma fue detenida y torturada. El cambio, Clarín afirma que Papaleo firmó en libertad. Cabe preguntar: ¿Hubo libertad cuando el Estado estaba en manos de golpistas dispuestos a emplear el secuestro, la tortura y la muerte en su lucha contra guerrilleros, opositores y quienes se oponían a sus intereses?

 Clarín y La Nación ahora se presentan como paladines de la libertad de expresión, como actores inocentes. Pero cualquier lector que tenga un poco de tiempo y paciencia puede consultar las notas que publicaron los dos diarios durante la dictadura para darse cuenta de la docilidad con la cual se trataron temas como el secuestro y tortura de personas y las presiones ejercidas para favorecer a sectores económicos afines a los intereses del gobierno de facto.

 Clarín sostiene que “no hubo delito alguno en la compra de acciones de Papel Prensa” porque “la compra de las acciones ocurrió el 2 de noviembre de 1976,” es decir, antes del secuestro y tortura de Lidia Papaleo, la viuda de Graiver. Pero hay otro hecho esencial: según los comentarios periodísticos sobre el tema, la única opción ofrecida a Lidia fue la de los tres diarios.

 Evidentemente la discusión y posible investigación sobre los hechos de la década de 1970 ponen nerviosos a Clarín y La Nación porque si pierden el control sobre Papel Prensa perderán el poder de determinar la entrega de papel de prensa a los diarios de menos tiraje. Es un miedo claro desde el punto de vista del mercado: podrían perder lectores ante el surgimiento de futuros competidores.

 Llama fuertemente la atención que las palabras de personajes directamente involucrados en este caso aparecen en abierta contradicción, según el diario que las reproduce. Pero es de esperar que la Justicia establezca tarde o temprano una opinión sobre los hechos concretos.

 De todos modos, la declaración de Isidoro Graiver, hermano de David Graiver, parece contundente:  “Clarín y La Nación nos humillaron. A todas luces fue un afano. El precio tuvo poca vinculación con el valor real. Los dos diarios njos dedicaban las primeras planas todos los días. Hablaban de la familia Graiver como de chorros. Los aprietes eran permanentes. Nos presionaban. Le dijeron a mi cuñada (Lidia Papaleo) que los militares en el gobierno verían con agrado la desaparición del grupo y que los compradores lógicos eran los diarios. La presión era permanentemente, los aprietes eran permanentes. Nos humillaron.” (El Tiempo Argentino, 26 de agosto 2010)

 

 

 

 

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