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"Cancha con niebla, teatro perdido: fragmentos" de Ricardo Bartis

"Cancha con niebla, teatro perdido: fragmentos" de Ricardo Bartis

El teatro de Ricardo Bartis propone una aguda investigación de los estados que experimentan el actor, posibilitando una exhaustiva indagación interior a través de la cual el artista expone el cuerpo, la memoria y su singularidad específica. El hecho teatral es entonces una experiencia efímera, inmediata, intensamente vital que acontece en el cuerpo mientras el actor improvisa o rastrea propuestas dramáticas.

En “Cancha con niebla,” que reúne numerosos textos y comentarios de Bartis sobre su elaboración, el lector puede gozar profundamente al entrar en contacto con el pensamiento de Bartis y “participar” en el complejo proceso de transformación que proyectos tales como “Postales Argentinas” (1988), “Hamlet o la guerra de los teatros” (1999), “Muñeca” (1994), “El corte” (1996), “El pecado que no se puede nombrar” (1998) y “Donde más duele” (2003).

“El texto ha tenido siempre una supremacía ideológica en relación con la forma y el cuerpo,” dice Bartis, “y se ha ido cristalizando la creencia de que el relato textual es el relato de los sucesos escénicos, y los sucesos escénicos no tienen nada que ver con el relato textual, porque está en juego una situación de otro orden. Primero, una situación de carácter orgánico. Hay cuerpos, organicidad corporal, sangre, musculatura, química, energías de contacto que se van a poner en movimiento. Lo otro, el testo, es una excusa para eso.”

En su dramaturgia, como así en su forma de actuar y dirigir, Bartis busca profundizar, no quedar nunca en la superficie. “Creo que el actor no ejecuta sino que se ejecuta. Es decir, de alguna manera, se suicida para ser otro. Lo interesante no es tanto la composición del personaje sino la descomposición de la persona...el actor es el sujeto y el objeto de la actuación.”

Al comentar sobre la elaboración de su versión de Hamlet, Bartis dice: “Hamlet nos permitía opinar sobre la realidad y a la vez generar otro discurso. Ese discurso nuevo era éste: lo singular de la actuación es que, desde la mentira se genera un nivel de realidad que la realidad no tiene.” Aclara: “…los fantasmas de Shakespeare no son fantasmas, tienen corporeidad, no son alusiones a un mundo ajeno a la realidad. Son manifestaciones corpóreas del mal, porque el mal existe y tiene forma concreta.”

Bartis siempre resalta lo poético: “El actor trabaja sobre una realidad de índole poética donde sus conexiones intentan ser cósmicas, no reducidas a su esfera individual. Lo personal a veces tiene que ver con el ritmo, con la textura expresiva, su biología, su cuerpo, su carácter único, las fuerzas poéticas de esa persona…”

“Cancha con niebla, teatro perdido: fragmentos,” Colección ATUEL/TEATRO, dirigida por Jorge Dubatti, 2009. http://www.editorialatuel.com.ar

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