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Buenos Aires Jaque Press, en inglés y español

Cuentos y poesías (stories and poems)

The Blankets Whispered, a verse

The Blankets Whispered, a verse

The blankets whispered touched and free

   Lovers hands travelling rivers, mountains, centuries

  Rested, and roved, and sought and caressed

          While the sun played drunkenly on the edges of the moon.

Their words resounded on the starched sheets as beckoning swallows

     And the world went its way, and conventions went their way and

  Silence pervaded the sheets where the lover’s moist palms clasped and moved and spoke of joy.    

“Love is a rare flower blossoming on the breath of a shared moment,” she whispered.

“Love is soft unconditioned touching, “she replied.

And the blankets whispered touched and free

And the lovers slept embraced, and free

And their rhythmic breath intonated a duet

And their hands caressed rivers, mountains, centuries

And in their sleep they painted rainbows on their hips.

 

Memorias , en verso

Memorias , en verso

Ella colocó sus memorias, una tras otra, en la mochilla,

               Con cuidado,

              Lentamente,

              Doblándolas,

              Planchadas y limpias,

En los bolsillos, seguros, adento, con el cierre apretado.

 

Tomo el ómnibus, tomó el tren, tomó el avión

            Aterrizó

            Exhausta,

            Feliz,

            Libre,

En el aeropuerto del nuevo destino, tierra de palabras dulces.        

 

No sin antes meditar los errores, las injusticias

            Cuando robó el corazón

            Cuando mató el amor

            Cuando aprovechó la inocencia

            Del otro, pobre, no, no tan pobre

Ay, amor, ¿por qué tantas vueltas, por qué tanta ambigüedad?

"Listen to me Darling!" a short-short tale about the life of a spy

Johnathon was about to close the front door of the couple’s duplex, when he stopped suddenly, then turned his neck towards Marlilou and announced in a business like voice:

“Darling, I’ll be late for súper because I have to listen to some conversations.”

The suggestion of a smile tugged at the sides of Marilou’s mouth:

“When do you think we might have a little chat?” Johnathon was silent for a second. So was Marilou. Husband and wife stared at each other as if they had just seen each other for the first time.

“My job is to listen, you know that as well as I do.”

“Oh, I thought it was to listen to me.”

“Don’t say that, don’t, you know I love you..”

“Do I? Do I know that? When there is love couples listen to each other.”

“Oh, come on! You know I am a spy. That’s my job. I listen to people to protect the country and who knows, to protect you, to protect us...”

Marilou broke into uncontrollable laughter.

“Do you really think breaking into who knows how many telephone conversations will save the country? How will it save our relationship? You come home late every night, exhausted, fall onto the couch, drink beer like Homer Simpson, fall asleep at the dinner table, then next morning rush off to work. What do you call that?”

“Are you suggesting I should change jobs?”

“I am suggesting that we need to talk.”

“Have it your way. I’ll ask for time off...”

They decided to go hiking for a week in the mountains.

They had met that way: hiking on the Inca trail, in Peru. She had stopped for a rest on a log and was looking for something in her backpack.

Johathon was about 20 yards away, approaching at a brisk pace. When he saw her he slowed to a stop and eyed her for a moment, with hunger.

“I think I’ve got what you’re looking for.”

That’s how everything started.

Now Marilou was looking at her husband’s curly blond hair. In an assertive tone of voice she let him know that she was willing to make a last ditch effort to keep their relationship from dashing on the rocks.

“Ok. You ask for time off and then we can go back to the Andes, the to Inca Trail, where we met.”

It isn’t easy for spys to get time off, but Johathon convinced his boss by talking about the plan to go to the Andes, an area smoldering with social agitation.

“No problem at all,” said Kenneth White, southern hemisphere chief of electronic espionage operations, “but keep your system open.”

Not far from Machu-Pichu, when the sun was playing hide and seek with the clouds over the green mountain peaks, Johnathon’s blackberry rang.

“Don’t answer that!” shouted Marilou. “We came here to get away from that, to be together!”

“But Darling, it’s my boss. I have to answer.”

“I said don’t answer!”

“That’s not fair. It’s my job to answer.”

“Ok. If you answer, you’ll never see me again!”

“Oh shit, don’t do this to me!”

Marilou grabbed Johnathon’s phone and smashed it to bits under her boots and then jumped to her death down the steep slope on the side of the trail. Johnathon stood there transfixed as his wife’s body bounced and zig zagged down the rugged decline. It was then that he decided to seek refuge in a far-away country and never again listen to people’s conversations, or perhaps he could become a monk; once a spy, always a spy, it wouldn’t be easy but he was determined from now on to listen to people in a different way, to hear their pain, their suffering and their joys in a different way. 

Pascua, una rosa, una espina

Pascua, una rosa, una espina

Brota la flor, muere,

Nace el bebé, muere,

Tiembla la tierra, descansa,

Explota la guerra; descansan los hombres.

 

Pascua luce en el alma de la tierra,

Pascua marca la muerte, marca la vida,

Marca el proceso de transformación de vida en muerte,

Transforma e integra cuerpo y alma en la eternidd universal.

Primavera, el sueño eterno

Primavera, el sueño eterno

Matar todas las flores, todas,

Arrancar todas las raíces, todas,

Cortar todas las hojas, todas,

Esparcir veneno en toda la tierra, toda

Contaminar todo el aire, todo.

 

Sembrar el odio en toda la tierra, siempre

Plantar el rencor en todos los corazones, siempre

Cerrar los ojos ante todos los lamentos, siempre

Estrangular el amor en todas partes, siempre

Brotará igual la primavera, igual brotará el amor, siempre.

Es evidente, señora...

Es evidente, señora...
Es evidente, señora,
Es verdad, señora,
Que todas las cosas de este mundo
Son temporales y transitorias y mortales.

Es evidente, señora,
Es con la claridad de la luna, señora,
Que tu cara iluminada me acompaña
Que tu voz estrellada me estremece.

Es evidente, señora,
Es urgente, señora,
Que antes de castigarme con tus enojos
Que antes de expulsarme de tu infinidad...
Tendrías que tener la paciencia de escuchar mi reclamo:

Yo he muerto, no habito más la tierra de los vivos,
Guardo tan solo el recuerdo del amor de los hombres,
Guardo tan solo la posibilidad de amar la verdad,
Guardo tan solo la oportunidad de dejar que la belleza,
que tu belleza, pueda seducir la prepotencia de los hombres.

El beso viene, el beso se va

El beso viene, el beso se va

El beso viene, el beso se va

Como el viento,

Como la tempestad.

Ay mi amor tu beso permanece.

 

La memoria falla,

Como el pronóstico,

Como la receta médica.

Ay mi amor tu beso es memoria.

 

Aquella pequeña parcela de eternidad

Cuando me besaste,

Cuando me amaste.

Ay mi amor tu beso me persigue.

 

Pasan los siglos, pasan las guerras

Como historia antigua,

Como ilusiones perdidas.

Ay mi amor tu beso permanece.

 

Fue en el parque de la memoria

Fue en el túnel del tiempo,

Te besé, te amé, siempre te amaré.

Ay mi amor tu beso permanece, permanece, tu beso permanece.

Ser caballo, montar, correr....verso de primavera

Ser caballo, montar, correr....verso de primavera
Ser caballo, montar, correr, volar

estornudar al viento, reír a cántaros,

beber palabras de amor, ser animal, libre, eterno

Sonreír con el corazón llenándose de pájaros

soñar ciego y a oscuras pensamientos prohibidos

Esa muchacha rubia,
Esa noche estrellada

Orgasmos ancestrales;

Tener olor a la tierra, piel humeda

Ser caballo, montar, correr tras el viento,

Ser hombre, mujer, hormiga, víbora

Montar, correr, respirar, amar, volar

Ser un soplo de viento, una flecha, pimpollo enamorado,
Ser caballo... 


 

Autocrítica

Autocrítica

Sí, acepto

¿Sí? Claro que sí.

La familia, la coyuntura,

El planteo, la lucha, me adhiero.

Sí, claro, sin disimulo, apoyo la moción.

El compañero tiene razón, hay que abrazarnos más,

Mucho más cuando el  enemigo acecha interminablemente.

Digo yo, qué despampanantes tus ojos, vamos a analizar el asunto.

Organizamos la autocrítica, acabamos con la infiltración de los puchos, la CIA.

Dejamos de lado la guerra compañeros, mirarnos los ojos, aceptamos la propuesta,

Acércate, más todavía, te veo carajo, te escucho, te amo, me adhiero, sí, es la paz.

Canción de pájaros enamorados

Canción de pájaros enamorados

Alma, polvareda verde, canción de pájaros enamorados,

Desde mi fétido nido de versos y creaciones nocturnas

Te canto, boca abierta a la luna, mis pesares, mis placeres.

Cubierto en la polvareda oscura de tu noche sin fin,

Desde el frágil palpitar de mis inflamados pulmones,

Descanso la vista en la eterna nada y grito: “¡Estoy satisfecho!”

¡El idioma!

 ¡Qué rico nuestro idioma,

Variado el vocabulario,

Aunque usamos ahora

Demasiado el abecedario!

 

En vez de televisión

Es el caso decir TV;

Si ver películas es la misión

Alquilamos un buen DVD.

 

Si de escuchar música se trata

No hace falta poner la bata,

Al oído va nuestro MP tres,

Más fácil que cazar un pez.

 

En el coche siempre hay un VTV,

Y si estás distraído a la hora del té,

Siempre habrá a mano un GPS,

Con lo cual cuidamos la letra “s.”

 

Si de política hablamos

Cursi es cuando mencionamos

La UCR, el PJ, el PC, el PS;

Otra cosa es nuestro PC.

 

Un piquete no será de la CGT,

Menos  de la UOCRA o la otra CGT;

¡Si es de PAMI

No es para ti, es para mí!

From the consumer society to the debtor's society

From the consumer society to the debtor's society

They told me to buy and buy and buy,

so I bought and bought and bought;

they invited me charmingly to go in debt,

so I stacked up a real juicy debt.

 

Oh what fun it is to buy, I thought,

it’s like an ecstasy, an early morning orgasm,

it grows and grows and grows in passion,

abides when the pocket goes dry.

 

Welcome to the consumer society!

this is democracy, this is freedom,

Free markets, free choice, they said.

I believed them and kept buying.

 

When they went bankrupt they exclaimed:

"keep buying to protect the markets!"

So I bought a house, a car, a computer

and obediently piled up a fickle elephant’s debt.

 

Sorry, they said, we’ve got to tighten the belt.

so they sent me to the street to look for work.

so they sliced my poor old man’s retirement,

so they sent my dear son’s teacher a-begging.

 

Oh what fun it was to buy and buy and buy!

long live the consumer society I shouted!

woe is me! one day I woke up to the debtor’s society

and yelped: "why must I pay their debts, why, why?"

"¡Perros!" un cuento

"¡Perros!" un cuento

                   Llegó Damián Lobos a Todos los Santos, un pacífico y dormido pueblo del interior, preso de un extraño terror apenas contenido, luego de haber leído en los diarios del día anterior sobre unos pobres ancianos golpeados con insólito salvajismo y robados sin piedad en el mismísimo poblado. No extrañaba entonces que aún antes de salir del vagón, las más sangrientas y estrafalarias figuraciones estaban haciendo trizas de su cabeza. En tales circunstancias su ansiedad era perfectamente entendible. No era el protagonista de los malditos hechos; no, era apenas un viajero ocasional que, alejado de su entorno familiar, tenía que enfrentarse con el miedo surgido del fango. Lógico entonces que el invisible malestar que gemía en sus entrañas lo hizo pisar la vereda frente a la estación de trenes “Margarita Sánchez” como quien duda antes de entrar en una zona de arenas huidizas.

                    Sea como fuera, una vez en tierra firme, el aire fresco del campo llenó sus pulmones de suaves perfumes rústicos—las flores  secas, las hojas de otoño, un dejo lejano de un abundante asado criollo—y el sol cálido de la tarde provinciana tuvo el efecto de calmar sus alterados nervios. Una brisa amena recorría su cuerpo como una caricia inesperada y bienvenida. Además, notó que ningún cuerpo muerto oscurecía la vista—una señal obviamente positiva—y ningún oficial de la policía limpiaba sangre roja y fresca de las veredas. Juntando coraje y mordiendo el labio inferior (sin provocar un derrame de sangre) salió de la estación y tomó la calle Yerba Buena, la vía más concurrida por los turistas. Tal vez no pase nada, razonaba Damián. Tal vez esta vez la suerte me acompañe. En fin: ¡Qué clase de asesino mata durante la hora de la siesta, un domingo de cielo claro, un día como hoy que inspira confianza en la vida y en la bondad de Dios? Damián respiraba profundamente mientras avanzaba hacia su hotel. ¿Será cierto, como se ha dicho, que los asesinos de los desdichados ancianos son tipos que tienen sus cuchillos afilados sólo para las víctimas mayores a los 70 años? Si es así yo, Damián Lobos, estoy a salvo, pues con apenas cuarenta décadas en el bolsillo estoy en otra categoría. Además, no hay que dejarse llevar por las noticias. ¿Será cierto lo que publican los diarios o son mentiras para vender más ejemplares? ¡Las cosas que publican! ¿Cómo sabe uno si es verdad o mentira?

                 ¡Momentito! ¿Dónde está todo el mundo? ¡Los padres, los chicos, el peluquero, los estancieros, los jubilados que siempre toman mate a esta hora, las amas de casa, los gauchos, los vendedores ambulantes...los amantes? Todo parece envuelto en el más impenetrable y misterioso silencio. Hasta los perros están todos dormidos. ¡Aja! Allá veo una perra gordita tomando la siesta sobre un diario que se llama...a ver...con permiso...a ver...se llama...”La Tribuna de la Verdad.” ¿Aja! Aquí dice que los investigadores del caso de los ancianos atacados con “armas ‘contundentes’ están a punto de dar con los malhechores. ¡Menos mal! Si “La Tribuna de la Verdad,” el principal diario de Todos los Santos, dice que los malvados asesinos pueden caer en cualquier momento, ha de ser verdad. ¿No es cierto?

                La ausencia de actividad aparente—salvo, claro, algún ronquido de uno que otro perro, y el zumbido de unos cuantos mosquitos atraviesos—no era lo que Damián esperaba encontrar pero de todos modos facilitó su retorno a la normalidad psíquica. Alejado el temor inicial, comienza a reflexionar: la realidad es como un truco de magia; es cambiante, móvil e imposible de capturar y, como a veces no resulta fácil separar la paja del trigo, tampoco es tarea para cualquiera distinguir la ficción de la realidad. ¡Realmente! ¿Cuántas pavadas se fabrican en nombre de la realidad. ¡Cuántas mentiras! ¡Delirios! ¡Basta ver la televisión durante una hora para darse cuenta de la distorsión generalizada...y todo por una cuestión de ambición, de poder...¡qué cosa! El ser humano sólo busca subir sobre las espaldas de los demás...muerto el idealismo, se impone el pragmatismo...y siendo así el asunto, lo que uno debe hacer es intentar doblegar la realidad a gusto, hacer que las voluntades se doblen como los árboles enanos de la Patagonia...en fin, mi verdad es mía y por ser mía no ha de ser menos cierta que la suya. ¿Verdad? ¿A qué tengo miedo entonces? ¿Miedo a la verdad o a la realidad?  De todosmodos impresionante la cantidad de perros dormidos en este pueblo. ¿Y la gente?. ¡Te das cuenta! ¡Ojalá que tuviera una cámara para sacar una foto de aquel perro de raza difusa roncando sobre esa asquerosa bolsa de basura... Pero...¡qué pasa? ¿Están muertos o dormidos? A lo mejor están fingiendo.

                 Damián comienza a poner orden a sus fantasías:

               --Yo que he estudiado filosofía, sicología, semiología, yo, digo, tengo suficiente experiencia de vida como para saber. Y para mí los perros no son capaces de fingir. Es probable que los asesinos de los viejos hayan somatizado a los perros del pueblo, introduciendo en su comida algún componente que produce sueño y flaccidez. Es que los perros ladran. Eso lo sabe cualquiera. Sin embargo, aquí ningún perro ladra: están todos dormidos en las calles, en las veredas, sobre la basura, en las entradas a los negocios. No es una conducta normal. Al observar una actitud anormal,  hay que activar el botón alerta en la cabeza.

                            Eso estaba pensando Damián. Además, encontró una nota en la página 27 de “La Tribuna de la Verdad” que decía: “Los perros vagabundos están día y noche en las calles. No sólo corren a los automóviles y especialmente a las motos que pasan, sino también a las personas que transitan, sin molestar a nadie, con una bolsa en la mano o con una gorra. ¿Cuánto tiempo más podemos permitir esa conducta sospechosa de los animales en nuestro pueblo?” Es sugestivo lo que dice el diario, pensaba, y si todos los perros están dormidos ahora, debe haber una mano siniestra detrás. A lo mejor es la misma mano que mató a los pobres ancianos. Claro. El perro denuncia una presencia no esperada o maligna, ladra, abre la boca y muestra los dientes, saca la lengua y asusta. Entonces: ¿por qué se muestran tan tranquilos ahora? Llama la atención, francamente.

                             ¡Dios mío! Vuelve la agitación. El corazón de Damián palpita inquieto. Toma el aire como alguien que acaba de cruzar el Sahara. Comienza a ver las cosas con otros ojos, a escuchar de otra manera.  ¿Escuchar qué? Los perros roncan y Damián, como cualquier otro hombre en su situación, piensa en las manchas de sangre que la policía encontró en algunas ropas de unos tipos con caras muy sospechosas. ¡Pobres viejos! Dicen que trabajaron toda la vida juntando plata, propiedades, muebles...y todo para qué? ¡Para que te claven la cabeza con un ladrillo? ¿Para luego escapar con los ahorros de toda tu vida?  Piensa Damián:

                     --Yo, personalmente, no he podido ahorrar nada. ¿Eso saben los asesinos? Me parece que no. Entonces, yo puedo ser el próximo. ¡Dios mío! ¿Qué hago?

                     Había venido por la entrega de premios. Era escritor pero como no se puede ganar la vida escribiendo, se dedicaba a la remodelación de edificios viejos, un trabajo que le fascinaba. Había propuesto en la licitación renovar las puertas y ventanas de la estación “Margarita Sánchez”—ahora en un estado lamentable. El interés en el pueblo por el proyecto era enorme, tan grande que se había organizado la apertura de las licitaciones en un reconocido Club social en la calle Felixberto Hernández. Aunque...a lo mejor se postergarán las ceremonias por el problema de los ancianos y los perros drogados. ¿Drogados? ¡Allí está! Los asesinos de los viejos habrán drogado a los perros. ¡Vaya! ¿Podría ser?

                      Al subir el escalón de mármol de la entrada y al pasar por la imponente puerta de quebracho, Damián notó que el ambiente en el Club era sumamente alegre. Es más: una hermosa mujer, vestida de gala, decoraba la entrada como un cuadro de Rafael. Y estaban regalando caramelos a los invitados. ¡Qué bueno! Damián se queda parado frente a un telón de lienzo pardo en la que se resalta  una figura exótica e inquietante: parece querer liberarse de la tela y saltar hacía él. Un papel pegado a la pared debajo del lienzo pone estas palabras a la vista: “Los hemos visto mandar y gobernar el mundo desde una silla, trocada su hambre en hartura, su frío en refrigerio, su desnudez en galas, y su dormir, en una estera, en reposar holandas y damascos...” Luego, unas letras góticas anuncian: “Don Quijote de la Mancha.” Damián apenas logra tapar un grito:

                --¡La mancha! ¡La mancha de sangre de los viejos masacrados! 

               Afortunadamente, nadie lo escuchó. Trató de calmarse. Un poco más sereno, comenzó a razonar: ¿Será un mensaje en código? ¿Una trampa? Los criminales emplean a menudo tácticas de disimulo...el asesino puede estar aquí en el Club, suelto y disimulado...es terrible...no hay ningún lugar seguro hoy en día...

                    --Señor, señor...Perdón, es que están a punto de abrir los sobres.

                    Era la señorita que se parece a Rafael.

                   --¿Los sobres de la licitación?

                  --Claro...al final del pasillo, a la izquierda.

                  Damián echa una mirada a izquierda, luego a derecha. La mujer señala el pasillo que desemboca en un pequeño y simpático salón poblado de un nutrido público expectante. Damián apura el paso. Antes de escoger un asiento, un hombre con una voz muy articulada anuncia el ganador:

                 ¡Damián Lobos!

                 Aplausos retumbantes, estallido de luces digitales, los fotógrafos se abalanzan en avalancha desde sus escondites, buscando desesperadamente el rostro de Damián. En medio de la confusión reinante, un hombre de cabeza amplia, calva y brillante toma el micrófono e improvisa un discurso:

                  --Damas y caballeros de Todos los Santos! Este es un momento maravilloso para nuestro pueblo...sí, sí podemos creer aún en el poder de la imaginación, aún en estos tiempos de tempestades, pues reconstruir las puertas y ventanas de la antigua estación “Margarita Sánchez” ha sido y sigue siendo nuestro sueño dorado. ¡Pronto será una realidad! No cabe duda alguna. ¡Y el hombre que ha sido escogido para encarar el proyecto está entre nosotros!

                   Nuevos aplausos y el accionar de las cámaras. En medio de las risas y palmadas, se podía escuchar desde afuera un coro de aullidos: los perros del pueblo parecían por fin despertarse de su la larga siesta. Damián avanzó hacia el podio sin escucharlos. Pero cuando el hombre de cabeza amplia y calva le extendió la mano, miró instintivamente hacia la puerta de entrada. Uno de los perros, de raza indefinida, sin una de las patas traseras, corría cojo hacia el salón con un enorme hueso fresco entre sus colmillos. Damián no supo cómo reaccionar. Sólo pudo gritar: “¡El asesino! ¡El asesino!”

                       Claro. En tiempos de tempestades un perro puede ser un dios, puede ser el diablo; y puede ser un asesino disfrazado. ¿Quién lo puede dudar? Eso quizás explicaría el exabrupto de Damián. Uno a veces hace asociaciones de este tipo en el sueño, en un limbo lejos de la realidad, pero francamente decir que un perro con un hueso en la boca es un asesino golpea los límites de la lógica. 

                     --¡Señor! ¿No escuchó? ¡Ha ganado la licitación!

                     --¿Qué licitación? ¿No se dan cuenta del peligro?

                     --La licitación para renovar las puertas y ventanas de la vieja estación...

                     Era la voz del hombre de cabeza calva y brillante.

                    ¡Huir! ¡Huir! Sólo en eso pensaba Damián. ¿Qué me importan esas malditas puertas y ventanas? Este pueblo está embrujado. Y Damián corría. Corría como nunca en la vida. Corría hacia la vieja estación “Margarita Sánchez” y mientras corría comenzaba a pensar que estaba viviendo en el vórtice mismo de un cuento, un relato de horror que el mismo componía mientras escapaba hacia la estación. Un cuento que parecía una pesadilla, con puertas y ventanas que se abrían y cerraban solas, perros drogados, ancianos asesinados, y un pueblo que no registraba el peligro. ¿O era que todo era un delirio suyo, que en el pacífico pueblo de Todos los Santos no había pasado nada?  Llegó a la estación sin aliento, tiró abajo la puerta de entrada, encontró cerrada la puerta al andén y, desesperado, sacó fuerza de donde no la hay y saltó por la ventana y entró a los tumbos en el  último vagón. Buscó el primer asiento vacío. Frente a él una anciana arrugaba terriblemente su frente mientras limpiaba sus lentes. Un diario descansaba sobre su falda.

                      --¡Qué barbaridad! Dice aquí que el asesino de los ancianos vivía en la estación y que han contratado a alguien para poner las puertas y ventanas a nuevo. Yo no lo creo.

                      --¿Entonces...es cierto?

                      --¿Qué cosa?

                      --Lo de los ancianos y los perros drogados.

                      --¡Vaya uno a saber!

                      Damián cerró sus ojos, sin agregar comentario alguno. Tiempo después se despertó. La vieja se había ido. Había dejado en su asiento un libro cuyo título era “Abriendo puertas, cerrando ventanas.” Su autor: Damián Lobos.

Triente y cuatro grados

Triente y cuatro grados

Hacía mucho calor, demasiado, la humedad oprimía el corazón, en el aire uno sentía que algo grande iba a pasar, pero en la calle todos iban y venían con una especie de simulada normalidad. Ahí adentro la mujer desparramó su cuerpo desnudo sobre la cama, pasó la mano por sus largos cabellos morenos, murmuró algo entrañable al aire y luego fijo su mirada en la puerta.

Carlos Padilla se detuvo brevemente afuera en el pasillo, su mente vagando, fantaseando mil escenarios, presintiéndola acostada, manos y piernas aferradas a la almohada de plumas; sentía que no estaba en control de sus acciones. Su cuerpo sudoroso temblaba de deseo, de miedo y de confusión. Abrió la puerta, la miró extrañado, sin saber cómo proceder.

--¿Cómo llegaste?

--Caminando.

--¿Nadie te vio entrar?

--No creo. Observé la cautela de siempre.

Al ver la figura del hombre en el umbral de la puerta, Alma Paz sonrió; de repente el calor, 34 grados, se transformó en un caldo provocador. Sus ojos verdes, bellísimos, grandes, picarones, filosos, desmenuzaron las entrañas de  Padilla. ¡Qué mujer! Los pómulos sublimes, la piel aceitunada, el rostro delegado, una pintura del renacimiento.

--¡Acércate!

--Y…No sé…tenemos que hablar…

Se quedaron súbitamente absortos en reflexiones íntimas, ella acostada, el hombre parado en el umbral de la puerta como un pájaro recién nacido. El cerebro de Padilla clamaba acción pero su cuerpo lúgubre y pesado lo frenaba.

--Dame un beso—la voz de Alma Páez sonaba un poco aniñada.

--Algo está mal, algo grande está gestándose, no sé si es el momento…

La frase salió así, incongruente, con acidez. Sin explicación alguna, Padilla cruzó la pieza y marchó  al baño. Estudió su rostro en el espejo, lavó su cara, abrió la canilla, accionó el botón del inodoro, sudaba, el miedo y la excitación lo tenía desesperante; salió, se dirigió hacia la cama, su mente deambulando por el espacio pidiendo consejos al aire tórrido, su mente acariciando las blancas y lánguidas caderas de la mujer. Se desabotonó la camisa, aflojó el cierre del pantalón. ¿Qué estoy haciendo? Se preguntó, reprochándose. Sintió rabia, estaba atrapado, preso de sus propias contradicciones. Algo grande está por pasar, y aquí estoy enceguecido por esta yegua, no, por favor, tengo que accionar. Desde afuera apenas filtraba la luz del atardecer, los bocinazos de siempre. Se dirigió hacia la puerta entreabierta y miró hacia adentro. Alma estaba enmarañada en las sábanas, sus pechos rosaditos descubiertos, sus caderas meneándose rítmicamente. Padilla se quedó contemplándola; sentía la boca seca, entre sus piernas crecía su sexo irreversiblemente. Ya no era dueño de su destino. Algo lo empujaba hacia ella. La guerra, la lucha, los gritos, la solidaridad con los compañeros, las utopías, las ganas de tomar el mundo entre las manos y cambiarlo, los sueños repletos de democracia, libertad y justicia, todo quedaba bloqueado, en segundo plano. Ahora lo que lo empujaba hacia ella era la rigidez de su órgano sexual. Alma sonría con gran naturalidad. Entendía el momento desde otra óptica, sin contemplaciones, sin cálculos, sin miedos; quería ser amada, quería amar, quería sentir el tibio calor del cuerpo de Padilla penetrándola. El calor del cuerpo de un hombre es único, la humedad de la piel, la  rigidez muscular, la ternura de un macho enamorado. 

--Sólo quiero tocarte—susurró Padilla en el oído de Alma, en un vano intento de circunscribir su deseo. Acarició primero las manos, sin dejar de masajearla con sus ojos, seguían avanzando las manos sobre las piernas, el tórax, los pechos, el vientre. Ella temblaba, emitía suaves llantos de placer, gruñía, algo grande y fuerte iba a pasar. Forcejaron, se acostó sobre ella, la apretó, la besó enfebrecido, apasionado, mordía la piel de su cuello; se movieron fundidos en abrazos apasionados, las manos de ella se clavaban en su espalda, no faltaban los dientes mordisqueando la piel. En el momento de penetrarla sintió que el mundo se había dado vuelto, las galaxias estrelladas, exaltadas y embellecidas; ella apenas frenó un aullido, pidió más, sus labios buscando luz en la piel tropical del hombre. Hacía mucho calor, 34 grados, elevada humedad. Marzo es así, caliente y frío a la vez. Tiempo inestable, impredecible.

Padilla salió despedido de la cama gritando ¡”Milicos hijos de puta! ¡Hijos de puta!” Se resbaló, se levantó, parecía haber perdido el equilibrio, caminó alrededor de la cama como un zombi bramando: “¡Viva Espartaco!” “¡Libertad, Igualdad, Fraternidad!” “¡Manuel Ascencio Padilla gran caudillo sudamericano!”

--¿Amor? ¡Amor mío! ¡Carlos Padilla te estoy hablando! ¡Basta de soñar!

Padilla abrió un ojo, luego el otro, miró a Alma como si ella fuera un ser imaginario. Con las yemas de los dedos sacó el sueño de sus ojos.

--¿Qué día es?

--Veinte cuatro de marzo—Alma limpió el sudor que humedecía la cara de Carlos.

-- Entre sueño y realidad no hay más que una cuestión de perspectiva—murmuró. 

--Sí, mi amor. Uno llega a otoño como a la tierra santa—le decía suavemente Alma mientras le ayudaba a levantarse—para soñar tiempo siempre hay, para amar tenemos la eternidad. Hacía calor, 34 grados, algo grande iba a pasar.

--Te amo—dijo el hombre.

--Yo también—dijo la mujer.

Alfredo Hopkins: hopalfred@gmail.com

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Love on the rocks, kissed by time, remembered by the wind

Love on the rocks, kissed by time, remembered by the wind

About my death only the sun knows

   I lie here embedded in my past.

About my future only the stars know

  I lie here alone and in wait.

Now I sing my silent song of love

   She is my rock, my foundation.

Why lament the past, my love?

   We are the living present.

My song is deep, everlasting, full

   Rock of life: you are my wish, my will.

The winds may blow, the planets vanish

   All is change, all is movement

Here I remain eternally enthralled

   Held in your arms, free and part of all.

My words are embedded in stone, mineralized

   What can I say, my love, but this:

Our love is life, our love is eternal, the turn and the return.

¡A calbalgar mi amor, que se acaba el tiempo!

¡A calbalgar mi amor, que se acaba el tiempo!

Fui con la cabeza incendiada a buscar mi caballo,

la madrugada me besaba langida la cara,

las cuerdas canturreaban ligeramente con cada soplo del viento,

mi corazón latía como un tambor uruguayo.

 

Ella, en blanco, sentada sobre el lomo del animal,

cuello de oro, el pelo volando como un pájaro libre, 

sus labios compactos, apenas abiertos,

pétalos de rosa china, sabor a vida,

ojos al cielo, al espacio azul, infinito.

 

Meditaba yo sobre el sentido de mi vida,

sobre el amor, los hijos de mis pasiones,

la luz ambar de ayer despertando el ensueño,

las guerras, el odio, la lucha por ser:

morir y dar lugar a otro ser.

¡A cablalgar mi amor, que se acaba el tiempo!

Estar y no estar, la sombra de la noche

Estar y no estar, la sombra de la noche

Es ella, la veo, no está;
 es él, lo veo, no está;
   soy yo, me veo, no estoy;
 
Somos  sombras, estamos y no estamos,
   en la vista y en la oscuridad,
      ella es mi amor, no está, no la veo;
        él es mi amor, no está, no lo veo;
           ¡aye alma mía estás y no estás,
             al no estar, estás!