¿Cambia la política de Washington hacia América Latina? (Un comentario)
Un país, como los Estados Unidos de Norteamérica, que aglutina una muy significativa porción del poder mundial en sus manos puede modificar sus métodos a corto plazo pero al hacerlo nunca puede darse el lujo de tirar al tacho sus objetivos de largo plazo. El dilema que el Presidente Barack Obama tiene es sus manos es convencer a los "halcones" del Pentagono,a las empresas multinacionales y a los sectores conservadores que la democracia es el mejor defensor de los intereses estratégicos de Washington en la región, cosa que contrasta con la historia reciente de intervenciones militares, políticas y económicas. Actualmente, la gran mayoría de los países latinoaméricanos esperan un apoyo más franco de Washington para el proceso democrático en el continente. Sin embargo, a raíz del golpe de estado en Honduras y el anuncio de la puesta en marcha de un nuevo acuerdo militar con Colombia que permitiría al Pentagono operar en siete bases en ese país, han surgido dudas e incógnitas acerca de las verdaderas intenciones geopolíticas de Washington.
Más allá de las versiones periodísticas sobre el golpe en Honduras y el aumento de la ayuda militar de los Estados Unidos a Bogotá, la polémica respecto a si las políticas anti-drogas de los E.E.U.U. suponen asimismo una forma de intomisión política, el incremento en la presión de grupos de derecha en los países progesistas en la zona, las actividades de la Cuarta Flota, las del Comando Sur, etc. un poco de lógica sirve para deducir que el discurso más humanista de Obama (en relación con las políticas del ex-presidente George Bush) no cambia en absoluto los objetivos geopolíticos de los Estados Unidos a lo largo y ancho del hemisferio al sur del Río Grande.
Desde hace décadas se sabe que Washington considera lo que sucede en el sur como un asunto de interés propio. El PresidenteTheodore Roosevelt expresó la posición ya hace mucho tiempo con total claridad: "speak softly and carry a big stick." (habla bajito pero lleva un gran garrote). No hace falta mencionar el número de intervenciones militares y políticas en el continente concebidas en Washington; tampoco los golpes militares apoyados directamente o en la periferia por algún sector poderoso en Los Estados Unidos, con la excusa de la lucha contra el comunismo, la Guerra Fría, drogas, o lo que fuera.
La Guerra Fría de las décadas ’60 y ’70 significaba, entre otras cosas, una especie de división del mundo en esferas de influencia--violada por las dos partes (E.E.U.U. y la Unión Soviética)--y en esa lucha América Latina fue escenario de fuertes luchas. No obstante, con la "victoria" de los Estados Unidos un período de paz parecía nacer.Duró muy poco: el ataque a los Twin Towers en Nueva York funcionó como pretexto para seguir dividiendo el mundo entre "buenos y malos." Posteriormente, la invasión de Iraq por la administración Bush dejo a América Latina fuera del centro de la lucha por el poder a nivel mundial.
Ahora, al compás de la crisis financiera del sistema capitalista y con una administración con tinte progesista instalada en Washington, Estados Unidos mira nuevamente al sur, empleado un discurso reformista que intenta modificar el anti-americanismo en la zona mediante llamadas en favor del diálogo, la cooperación y la democracia, algo así como una luna de miel. Está claro que en el contexto de la lucha mundial por los mercados y por los recursos materiales, las minas, los bosques, el petróleo y los bosques de América Latina asoman como presas de extrema importancia.
El golpe cívico-militar en Honduras complicó toda la situación en América Latina, ya que los numerosos paises con gobiernos progesistas en la región estaban buscando diversas formas de unión. Caracas, Quito, Buenos Aires, Brasilia Santiago y otros países rechazaron el golpe y exigieron el regreso del presidente constitucional Manuel Zelaya. Incluso el Presidente Barack Obama pidió el regreso de Zelaya al poder. Como muestra de su rechazo al golpe, Washington suspendió $16.5 millones de dólares en concepto de cooperación militar con Honduras y canceló cuatro visas diplomáticas a funcionarios del gobierno de facto...
Llamativamente y a pesar del rechazo mundial del golpe, los golpistas seguían ocupando el poder como si fueron los dueños del país y sectores republicanos en Washington criticaron fuertemente la política de Obama. El golpe proyectaba sombras sobre la posibilidad de una especie de cadena golpista en Centro-América y también contra los gobiernos populistas o progresistas en el continente, en especial, Venezuela, Ecuador, Bolivia. En Honduras la United Fruit Company--historicamente activa en la política centroaméricana--es un factor de peso en el país, al igual que los numerosos militares del país que han sido entrenados en la Escuela de las Américas y en otros instituciones del Pentagono, con resabios de la guerra anti-subversiva de la Guerra Fría.
Una de las acusaciones contra Zelaya fue su acercamiento a Venezuela--considerado en Washington como el contrincante número uno en la región. Igualmente llamativo fue el anuncio en Washington y Bogotá de negociaciones para la puesta en marcha de una ampliación de un nuevo acuerdo militar que permitiría el establecimiento de unas 7 bases militares de los E.E.U.U. en diversas zonas de Colombia, supuestamente para la lucha contra el tráfico de drogas.
En Colombia el acuerdo militar permitiría unos 800 militares de los E.E.U.U. operar en siete bases militares ubicados estratégicamente en el norte, centro, sur y centro oeste, según los anuncios en la prensa. El incremento de la actividad militar en Colombia se debe en parte al cierre de Manta, la base militar norteaméricana en Ecuador. La intención anunciada es incrementar la ayuda militar para vigilar las actividades vinculadas a la droga en Colombia y en la región sudaméricana.
Sin embargo, está claro que apunta también a ayudar a Bogotá en su lucha contra la guerrilla de las FARC. Como Colombia es uno de los pocos países en la región abiertamente pro-americano, es difícil no hacer otras lecturas. Ecuador percibe el incremento de ayuda militar a Colombia directamente amenaza, al igual que Venezuela; Brazil expresa preocupación por la proyección sobre la zona de las amazonas; en cambio, Perú se presenta como otro aliado de Washington y ofrece su territorio para la presencia de tropas de los E.E.U.U., proyectando una sombra sobre Bolivia; además ya hay presencia militar en varios enclaves en la región: en Aruba, Curacao, Guantánamo, Palmerolas en Honduras, y en Paraguay y gracias a un acuerdo de inmunidad, los E.E.U.U. está presente en la estratégica base de Mariscal Estiqarribia--sobre la frontera con Bolivia y con una de las mejores pistas de aviación en la región...
En el contexto histórico de las intervenciones norteamericanas en la región, no debe en absoluto causar sorpresa que la llegada de militares del Pentagono provoque temor y rechazo en la mayor parte de los países latinoaméricanos. Algunos gobiernos, como los de Colombia o Perú, verán en la presencia militar norteaméricana un beneficio económica o política pero la opinión popular entiende el asunto de una óptica contraria.
La países populistas o progresistas de la región piensan en la posibilidad de una unión histórica--un sueño de largo dato--que convertiría América Latina en un poderoso bloque en el concierto de naciones. Ese proyecto no parece ser compartido ni por los más simpáticos funcionarios en Washington y por lo tanto es lógico suponer que Washington hará todo posible para quebrar ese sueño que alguna vez tuvo Bolívar.
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