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Buenos Aires Jaque Press, en inglés y español

Raj Patel dice que tanto los hambrientos como los gordos son pobres.

Raj Patel  dice que tanto los hambrientos como los gordos son pobres.

Mientras la guerra en el mundo no se acaba, otro dato perturba la paz: según datos de la FAO en el mundo hay alrededor de 820 millones de personas que están pasando hambre, entre ellos, 178 millones de niños desnutridos. En el otro extremo existen unos  1.000 millones de seres humanos que sufren sobrepeso. Pero no es que los gordos son ricos. Al contrario, según el sociologo indio Raj Patel, "tanto las personas más hambrientas como las más obsesas son pobres."

Otro dato curioso de la realidad actual: el mundo capitalista, con los Estados Unidos a la cabeza, comienza a alarmarse por la falta de petróleo o por el efecto que su uso tiene sobre el medio ambiente y por lo tanto se está empleando alimentos como el maís y la soja para producir combustible--es decir, se emplea cereales que podrían ser destinados a los hambrientos y a su vez se produce especulación relacionada con la comercialización de los productos alimenticios.

La FAO achaca la crisis en la alimentación alrededor del mundo al cambio climático, la escasez de cereales, el aumento de la demanda en China e India, el precio del petróleo, la elaboración de biocombustibles, la especulación que domina los mercados de futuros de semillas y materias primas, y una política agrícola y comercial proteccionista e insolidaria. Otro dato más: según la ONG Oxfam, si los países continúan invirtiendo en biocarburantes y no en pan, en 2025 habrá 600 millones más de hambrientos en el mundo.

En un libro de reciente publicación, "Obesos y famélicos," Patel afirma que "Guiadas por su obsesión por los beneficios, las grandes corporaciones que nos venden comida delimitan y constriñen nuestra forma de comer y nuestra manera de pensar sobre la comida." Es decir, la comida es un negocio como cualquier otro, sujeto a las leyes de oferta y demanda, y de especulación. Además, la publicidad nos hace cambiar los hábitos, se produce productos geneticamente modificados sin saber a ciencia cierto su efecto sobre el organismo y las capas de bajos ingresos se ven obligados a comer junk food debido al estilo de vida que el sistema productivo estimula.

Diversas ONG afirman que la "culpa" no es tanto de los países sino de un modelo "liberal" que caracteriza las operaciones de las multinacionales y los intermediarios. Por ejemplo, se sabe que los precios agrícolas los decide la gran distribución, las grandes corporaciones y cadenas como Auchan o Wal-Mart que tratan directamente con los productores y ganan el pedazo más grande del precio final. En cambio, existe poco o ningún interés de los grandes grupos financieros en apoyar los pequeños productores, los medianos y pequeños productores, las granjas familiares, etc.

El secretario general italiano de Ayuda en Acción dice que tan sólo cinco empresas controlan más del 80% del mercado de cereales: Cargill, 36%, Archer Daniels Midland, 67%, ConAgra, 30%, Bunge, 49%, Dreyfuss, 19% (los datos son de 2006) Asimismo, las empresas productores de semillas, herbicidas y pesticidas están en pleno auge e incluyen también un reducido grupo de empresas: Monsanto, Bayer, Dupont, Basf, Dow, Potashcorp...

En parte esta situación se debe a un efecto de la globalización porque el capital internacional especula no sólo en  inmobiliarias (con los resultados a la vista debido a la actual crisis financiera) sino también en la compra de futuros de materias primas.

Médicos sin Fronteras llama la atención a cómo esta situación pueda afectar los 20 millones de niños que sufren malnutrición aguda. Cabe agregar otro concepto: el bloqueo ordenado por los EEUU sobre Iraq durante largos años afectó la salud de miles de niños, el bloqueo similar de Israel sobre las tierras Palestinas también ha tenido un efecto especialmente negativo sobre los niños, sin mencionar otros bloqueos, desde Cuba hasta Corea....

 En Argentina, cuya producción agrícola es una de sus fuentes principales de ingresos, "el hambre es un crimen evitable y consentido por una cultura de la hipocresía,  " según Fernando Pino Solanas (Página 12, 5-1-09). Pregunta: "¿Còmo puede haber hambre en un país que produce 134 millones de toneladas de alimentos al año y que tiene inmensas reservas ictícolas, abandonadas a la depredación de las flotas pesqueras extranjeras? ¿Con qué argumento se tolera la desnutrición, cuyas secuelas pueden ser irreversibles, existiendo millonarios recursos minerales, se acumula superávit fiscal y cientos de miles de chicos jamás probaron un durazno o una manzana?"

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