Javier Basaldua, pintor: "Lo que me sirve a mí es la música..."

Javier, joven pintor, dibujante y amante de la música de Daniel Johnston, camina por los pasillos dantescos del Centro Cultural Recoleta, luego descansa con el periodista en un banco y charla animadamente sobre sus pasiones. Es artista es multifacético, filma, edita, escribe…además escucha música a menudo para estimular su creatividad. Sus obras tienen una mirada hacia adentro, buscando con colores opacos los estados de ánimo en el interior del ser humano.

 

--¿Podemos hablar sobre tu última exposición?

 

--¡Como no!

 

Se acomoda en el banco de cemento, toma un buen trago de aire, luego dice:

 

--Lo que tengo en exposición son cinco trabajos de pequeño formato. Sería un poco identificarlos estilísticamente, pero son de honda expresión, creaciones que empiezan a partir de una sensación visceral. Sucede que el pequeño formato es especialmente apto para la densidad expresiva, permite trabajar con algo más interior. Es el tipo de trabajo que me interesa en este momento.

 

--Es notable el uso de tonos tenues en sus pinturas. ¿Es una elección consciente?

 

--Efectivamente. El trabajo con tonos monocromáticos me permite enfatizar en la parte expresiva de los cuadros de pequeño formato. En cambio, el color es muy emocional, impacta fuertemente, llama la atención. Cuando uno trabaja con tonos más apagados se produce otro efecto, permite concentrar más en lo expresivo. Por eso decidí no trabajar con una paleta de colores.

 

--Son trabajos casi teatrales…

 

--En realidad, el disparador surgió de una idea, de un trabajo que se llama “los cuerpos desobedientes.” Se trata de una especie de juego, una articulación dinámica, expresiva, una carga de sensaciones. Es lo que uno puede apreciar mirando los cuadros.

 

--¿Y los materiales?

 

--Carbonillo, pintura al agua, acrílico, lápiz…

 

--¿Trabaja Usted solo o con otros artistas?

 

--Yo trabajo solo, desde una mirada plástica, con una introspección, con autocrítica, con referencias hacia otros artistas, y todo eso me hace una especia de clínica plástica en la cabeza, la conjunción de todos los contactos artísticos, las ideas artísticas que uno recibe del mundo artístico.

     

--¿Tiene Usted alguna rutina de trabajo?

 

--Es que ahora estoy filmando cortes y cuando se trata de la plástica lo que funciona son las imágenes, cosas que el ojo captura y de repente te llama la atención. Entonces, cuando  un artista se pone frente a una hoja genera un movimiento, una idea. Si aparece con más claridad, uno empieza a trabajar y se empeña en el aspecto emocional. Lo que me sirve a mí también es la música.

 

--¿De modo que trabaja con música?

 

--Sí, claro, y en este momento estoy escuchando una banda impresionante que se llama “The Bad Plus.” Y hay un músico que se llama Daniel Johnston, una persona  muy particular, que cuenta historias muy locas, historias que tienen que ver con el trabajo visual. Es una especie de guerrillero que se agarra de cualquier cosa y se mete en problemas de todo tipo. A mí me sirve, pues me llegan muchas imágenes muy fuertes que estimulan la creación.

 

--¿Tiene algunos proyectos, planes para el futuro inmediato?

 

--Sí. Estoy filmando, es decir, editando un trabajo, y me fascina la escenografía, es un campo muy atractivo para un artista. Es que las artes tienen un aspecto subjetivo y en este momento me siento muy comprometido en trabajos que se realiza a través de la contemplación. Pueden utilizar herramientas varias, pintura, el dibujo, los trabajos escenográficos, la filmación, pero cuando entra en juego la contemplación es más fascinante para mí.

 

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Javier Basaldua

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