"t.R.E.," relato de Hernán Rozenkrantz para el concurso literario de Jaquematepress

      A veces a uno le toca sentarse en un caracol y esperar llegar a algún lado. Y allí es cuando uno se arma de paciencia y solo respira, respira... Al mismo tiempo, ráfagas de luz iluminan el cabello dorado de una hermosa turista que pasea frente a la Plaza San Martín. Es el sol. ¿Es el Sol? Cuidémoslo, no tenemos mas que uno, no sea cosa de que se lo roben, se lo compre un holding, desaparezca misteriosamente como mi abrelatas y mi plancha bifera o simplemente deje de funcionar, y con lo caro que cobran los que arreglan estrellas, no se si sería suficiente el oro del mundo para repararlo.

      Pero están de suerte: soy Técnico Reparador de Estrellas; mi especialidad son las enanas blancas y también sé arreglar gigantes rojas. Las estrellas azules tienen otras características, se las ve más en el hemisferio Norte, y además, para dejarlas funcionando se necesitan herramientas especiales que nadie posee excepto yo, y es por eso que puedo arreglarlas sin problemas, aunque me llevaría más trabajo. Pero como el Sol es una enana blanca, puedo dejarlo como nuevo sin dificultad siempre que me consigan un poco de stardust y una buena amoladora, no una comprada en Carrefour. Hay una ferretería industrial en Quilmes, más precisamente sobre Avenida Calchaquí, que vende unas amoladoras para estrellas muy buenas. ¡Y no son caras! Sólo deben ir en el oportuno momento en que dicho comercio surge de la nada en medio de la arteria del sur del GBA, con su anacrónico stock siempre vigente, con su propietario canoso y con anteojos fumando tras el mostrador mientras anota números en un cuaderno, y la conseguirán…

     Tampoco pienso cobrarles demasiado, no se preocupen. De hecho, no se a quién debería cobrarle si tuviera que reparar el Sol. No sería justo que los terrestres afrontáramos nosotros solos el costo de semejante trabajo. Venus y Urano, Plutón y Júpiter, Marte y Mercurio, Saturno y Neptuno, también son parte del sistema solar, con sus respectivas lunas y todo. Por lo tanto, ellos también deberían pagar su parte, verdad? Sí, es así, pero... ¿Qué le vamos a cobrar a quién en esos mundos desiertos?

Datos del escritor:

Hernán Rozenkrantz, de Mataderos, Buenos Aires, 28, escritor independiente, docente de castellano e inglés, traductor, corrector, etc.

Teléfonos: 4635-7537  y  1565510931.

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