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Buenos Aires Jaque Press, en inglés y español

La libertad de mercado y los monopolios (un punto de vista)

 

 

    En tiempos de crisis financiera, vale la pena replantear algunos conceptos económicos, por ejemplo el rol de la competencia cuando la economía real está en manos de unos pocos. ¿Puede haber una verdadera competencia cuando el mercado está acaparado por organizan el mercado a su antojo? ¿Para la mayor parte de la población es mejor una economía dominada por enormes empresas multinacionales o por firmas pequeñas o medianas? ¿No existen otras opciones? Estas preguntas se imponen a raíz de las críticas actuales en Argentina a medidas como la estatización de la jubilación, las transmisiones de los partidos de fútbol de primera división y el proyecto de Ley de Medios Audiovisuales u otras por venir.

    En medio de la crisis del sistema feudal en Europa, nace en un difícil parto el sistema capitalista. Sus defensores, como Adam Smith, aseguraban que el bienestar de todos sería mejor protegido si cada emprendimiento tuviera que luchar en iguales condiciones de competencia con los demás. Nadie contempló adecuadamente el crecimiento de monopolios y trusts intentando organizar el mercado según sus propios necesidades y no las de los consumidores. De repente las personas se identifican en función de sus bienes, o de su capacidad de comprar--o de su incapacidad de hacerlo.

   Es sabido que durante los momentos de crisis--notablemente en los años 30 y ahora--el Estado interviene fuertemente en la economía entregando a las empresas en peligro de bancarrota enormes cantidades de dinero público. Es el caso, por ejemplo, de la General Motors en los Estados Unidos. Una simple lectura de los diarios muestra a los grandes empresas pidiendo dinero del Estado para superar los problemas causados por ellas mismas y la especulación financiera global. Además, los gobiernos y los medios de comunicación aseguran que la solución aparecerá cuando los consumidores comienzan a comprar más. Una receta redonda.

   Cuando la economía marcha a todo vapor, se habla de reducir al mínimo la participación del Estado en la economía; cuando aparecen los inevitables cíclos regresivos, las grandes empresas reclaman dinero e intervención del Estado. Como la función principal de las grandes empresas es acumular ganancias, les importan poco el efecto que el consumerismo pueda tener sobre la población o la destrucción del medio ambiente que sus operaciones puedan causar.

   El método de los centros de poder económico para asegurar el control del mercado mundial es muy simple: grandes préstamos a los países en la periferia, presión para que puedan ingresar a sus mercados y aprovechar la mano de obra barata y los recursos naturales de que disponen y exigencias para que las ganancias puedan fluir nuevamente sin trabas a sus casas matrices.

   No sorprende entonces que en Argentina hay grandes grupos que dominan las claves de la economía, algunos nacionales, otros internacionales, Techint, Cargil, Loma Negra, Minetti, aceiteras, cerealeras, las telefónicas, para mencionar sólo algunos, y  además Clarín y otros grupos periodísticos en comunicación social. Tienen una visión común del mundo y les importa poco el sistema política, siempre y cuando haya "mercado libre" para sus operaciones. Durante la Guerra Fría entre los Estados Unidos y la ex Unión Soviética aceptaban mansamente los golpes y dictaduras anti-comunistas que afloraron alrededor del continente americano con el guiño de Washington.

    Es cierto, uno podría argumentar que existe un fuerte nivel de competencia entre los grandes grupos económicos a nivel local e internacional, pero el pequeño y mediano jugador se encuentra fuera del partido o con tarjeta amarilla; si hay algo que une a los grandes grupos concentrados es la conciencia en cuanto a la necesidad de mantener a flote el mercado.

   Cuando un gobierno democrático propone políticas que apuntan a reducir el control de los grandes conglomerados sobre el mercado, siempre hay dificultades, incluso en los Estados Unidos. Es el caso del intento de Presidente Barack Obama de organizar un seguro médico para los 47 millones de ciudadanos que no tienen cobertura. Los intentos en América Latina de frenar las actividades de empresas multinacionales han encontrado frecuentemente la resistencia de los grupos concentrados y además muchas veces han contado con la intervención militar de los E.E.U.U. en forma directa o indirecta (en el caso de los golpes militares). Se sabe de la influencia de grupos como la United Fruit Company en América Central, causa de frecuentes incursiones militares norteamericanos en la zona.

    Además de hablar sobre las virtudes del mercado libre, los grandes grupos económicos también abogan por la libertad de expresión. Pero hoy día en la mayor parte del mundo los principales diarios, radios y canales de televisión deben su existencia al apoyo financiero de los grandes actores económicos. En los E.E.U.U. la gran mayoría de los diarios expresan líneas de pensamiento afín al Partido Republicano o Demócrata y a menudo en una ciudad diarios de los las tendencias se encuentran controlados por el mismo grupo periodístico-empresarial. No debe sorprender entonces su gran influencia en la política interna e exterior. (Durante la invasión de Irak apoyaron sin fisuras la invasión y recién años después descubrieron los engaños que se utilizaron para justificarla.)   

    En Argentina está claro el rol dominante del Grupo Clarín en el negocio de las comunicaciones. Sin embargo, se presenta a sí mismo como el mejor defensor de la libertad de expresión y, por razones obvias, criticó la estatización de la difusión de partidos de fútbal (antes bajo su control) y actualmente expresa alarma por el proyecto de ley sobre medios audivisuales. No es que el proyecto sea una panacea, pero Clarín y otras empresas periodísticas temen una reducción de su actividad a manos de nuevos competidores. Como los medios de comunicación son los grandes formadores de opinión pública, el tema interesa a su vez a las grandes empresas.

   Es decir, las empresas apoyan el concepto neoliberal hasta entrar en crisis; luego piden la intervención del Estado. Las grandes empresas de comunicación, financiadas por los grandes grupos económicos, apoyan la libertad de expresión siempre y cuando no afecte a su participación en el mercado; temen tener actuar en un medio más competitivo.

  ¿Es un círculo inevitable? Libertad de mercado/intervención del Estado... A lo mejor vale la pena replantear el rol del Estado y de las empresas en función de los verdaderos intereses de la población. Como a menudo se confunde el Estado con el gobierno de turno, especialmente en países como Argentina, el problema se complica de sobremanera. Si la función del Estado es vigilar la salud, la educación, los recursos naturales y el bienestar de los ciudadanos, cabe preguntar cómo lograr un Estado más democrático, cómo hacer para que la actividad económica de las empresas responda realmente a los intereses de la población y no destruya el medio ambiente.

   

 

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