Libro de Verónica Toro y Raúl Terrén: "Biodanza, poética del encuentro
Es un verdadero desafío explicar con palabras la esencia de Biodanza, un sistema de integración afectiva desarrollado por Rolando Toro, un psicólogo chileno que ha dedicado buena parte de su vida a humanizar la medicina e investigar alternativas terapéuticas basadas en la renovación orgánica y reaprendizaje de las funciones originarias de la vida. Quizás las palabras de Toro sean las que más se acercan al desafío de poner en palabras una actividad basada en la música, la danza, el movimiento libre y la investigación sobre la amplia gama de formas comunicativas del ser humano: “Somos la memoria del mundo. Sólo debemos recordar lo que Está en nuestras células. Los frutos del verano, El amor voluptuoso. La capacidad de ponerse en el lugar del otro. El contacto. El coraje de innovar. El abrazo, el adiós y el encuentro. El mar en nuestra piel. La música de la vida. La danza de la vida. Biodanza nos devuelve La memoria ancestral, La posibilidad absoluta de amor.” Verónica, hija de Rolando, y su compañero, Raúl Terrén, han escrito un fascinante y comprometido libro de acercamiento a Biodanza, (“Biodanza, poética del encuentro,” publicado por el Grupo Editorial Lumen) lleno de metáforas, poesía y honda y constante preocupación por mejorar la calidad de la vida de los seres humanos. Biodanza tuvo sus primeras expresiones en Chile en la década del sesenta. Toro profundizó sus conocimientos a través de sus trabajos con pacientes psicóticos, luego enseñó Biodanza en su cátedra de Psicología del Arte y de la Expresión en la Universidad de Chile. El sistema cruzó la frontera una década después y apareció en Argentina, luego en Brasil y en la actualidad se practica en diferentes países de América Latina, E.E.U.U., Canadá, Japón, Australia, Nueva Zelanda, Sudáfrica y diversos países de África y Asia. Algunos de los capítulos del libro dan pistas claras sobre la esencia de Biodanza: “Sentir la vida: hacia una sabiduría vivencial;” “La vida al centro: Principio Biométrico;” “Música y movimiento para sentir la vida;” “los vínculos; una fuente de nutrición vital;” “Sexualidad/Erotismo;” “Creatividad;” “Afectividad;” “Transcendencia;” “Instintos y decisiones existenciales…” ¿Cómo es una clase de Biodanza? Los grupos se forman de 15 a 30 participantes. Según la óptica particular de los facilitadores a cargo, se toman mate o té y charlan sobre temas de danza o vivencias de la clase pasada. Luego a bailar (no se habla durante la clase). Inicialmente se forma una ronda de bienvenida, un círculo en el cual se intercambian miradas, abrazos y besos. Luego, se ensayan diferentes formas de caminar, acompañados o no, con música elegida con criterios muy precisos. La música es un ingrediente esencial. “En cada encuentro la música puede despertar emociones sentimentales, eróticas, eufóricas, nostálgicas, etc.,” dicen Verónica y Raúl, “las cuales, al ser danzadas, se transforman en vivencias que estimulan los ecofactores relacionados con las cinco líneas de vivencia.” Las cinco líneas son: Vitalidad, Sexualidad/Erotismo, Creatividad, Afectividad y Transcendencia. Ya preparados para ir a ejercicios más profundos, puede haber una danza de conexión con el placer de danzar—movimientos sueltos y libres con apenas un ejemplo ilustrado por uno de los facilitadores. Después, sincronización rítmica, entrando en conexión con el otro; danzas más leves, danzas trabajando diferentes tipos de energía, danzas de tierra, del cielo, de integración, danzas relacionadas con la vida en pareja, danzas vinculadas a la femineidad o la masculinidad; danzas que apuntan a estimular la imaginación y la creatividad, danzas de expansión, el poder de las caricias, los abrazos… La cantidad de variantes es asombrosamente grande. “Nuestra propuesta,” dicen Raúl y Verónica, “consiste en activar, mediante ciertas danzas, potenciales afectivos y de comunicación que nos conecten con nosotros mismos, con los semejantes y con la naturaleza.” Contactos: http://www.terrentoro.com / Biodanza@terrentoro.com
0 comentarios