Paraguay: ¿un ensayo para la puesta en marcha de otro tipo de golpe?
Los boxeadores saben usar gran cantidad de golpes; los militares, políticos y su variada gama de ayudantes también gozan de mucha experiencia ejecutando golpes. Pero como los boxeadores ellos se dan cuenta de la necesidad de buscar variantes a sus golpes más conocidos. Saben asimismo que no es conveniente decir que un golpe es un golpe...entonces encuentran otros términos para no decir golpe.
En la década de 1970 hubo numerosos golpes militares en América Latina (y en el mundo), mayormente protagonizados por militares anti-comunistas, aplaudidos y/o ayudados por Washington en el contexto de la “Guerra Fría.” Como existe en la región gran rechazo actualmente a los golpes militares debido a las groseras violaciones de los derechos humanos, se vislumbra tipos de maniobras menos visibles cuyo fin sería frenar gobiernos populistas o progresistas e implantar el agenda neoliberal.
El presidente del Paraguay Fernando Lugo fue destituido “institucionalmente” en un juicio parlamentario sumarísimo que lo halló “culpable” de un supuesto “mal desempeño” de sus funciones a raíz del desalojo violento de una finca en Curuguaty con numerosas muertes. En cuestión de horas el vicepresidente, Federico Franco, un fuerte crítico de las ideas tímidamente progresistas de Lugo tomó posesión de la presidencia.
La maniobra tuvo alguna justificación legal, ya que en Paraguay existe un mecanismo en la constitución que autoriza la destitución del presidente. Pero fue aplicado de tal forma que viola claramente no sólo el espíritu de la Constitución sino toda práctica constitucional del mundo democrático, según el canciller argentino Héctor Timerman.
La violación consistía en practicar una ejecución sumaria, dándole tan sólo dos horas de defensa al presidente elegido democráticamente. ¿Es posible “probar” en tan poco tiempo el supuesto mal empeño del presidente? Y en uno de los Congresos de peor reputación en América Latina en relación con reiterados hechos de corrupción.
Antes de ser elegido presidente en 2008, Lugo había luchado desde la iglesia católica a favor de los pobres y los campesinos. Llegó al poder sin una solida base política, ya que Paraguay salía de años de dictadura de Stroessner y post Stroessner.
La lógica empleada para destruir a Lugo tenía que ver, entre otras cosas, con un violento desalojo mediante autorización judicial de campesinos, con un saldo de más de 15 muertos. La versión oficial fue que un grupo de policías que iba a cumplir una orden de desalojo en el departamento de Camindeyú fueron emboscados por francotiradores mezclados con campesinos que reclamaban tierras. La orden fue dada por un juez y una fiscala, no por Lugo, con la finalidad de proteger a un latifundista.
De alguna manera la protesta de los campesinos tenía que ver con una decisión el 21 de octubre de 2011 cuando el Ministerio de Agricultura y Ganadería liberó ilegalmente la semilla de algodón transgénico Bollgard BT en el país. Los ambientalistas insistían que el gen de este algodón está mesclado con el gen del Bacillus Thurigenis, una bacteria tóxica que mata a algunas plagas del algodón, como las larvas del picudo.
Entretanto, la transnacional Monsanto presentó otra variedad de algodón, doblemente transgénico: BT y RR o resistente al Roundup, un herbicida fabricado y patentado por Monsanto (Glifosato). La pretensión de la transnacional norteamericana es la inscripción en Paraguay de esta semilla transgénica, tal como ya ocurrió en la Argentina y otros países del mundo.
Paraguay es uno de los países más desiguales del mundo: El 85 por ciento de las tierras, unas 30 millones de hectáreas, están en manos del 2 por ciento de los propietarios, y los campesinos sufren gran cantidad de desalojos y otro tipo de vejamen ante el avance de la soja. Uno de los terratenientes más ricos, Blas Riquelme, que tuvo vínculos muy estrechos con la dictadura de Stroessner (1954-89), cuenta con 70 mil hectáreas cerca de la zona de los desalojos violentos que incendió la crisis política.
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