La protesta de Moyano y la frágil realidad
Nunca ha sido muy clara la línea divisoria entre la realidad y la ficción; la protesta de Hugo Moyano et al ayer en Argentina llegó quizás a tocar alguna fibra del ilusionismo, o vaya uno a saber, del expresionismo. A simple vista ni el observador común ni el más experimentado periodista encontraba una explicación clara por la presencia de fuerzas tan disimules llevando reclamos no consensuados a la Plaza de Mayo.
Ahí los moyanistas, los trabajadores de servicios mejor pagados, camioneros, petroleros, hombro a hombro (casi) con los Maoístas, el Partido Obrero, el Partido de los Trabajadores Socialistas, MAS, con la atenta mirada de los patronales del campo, rentistas agrarios que alquilan tierras a los campesinos del CCC; ahí los que pretenden un programa de izquierda con estatización del comercio exterior y nacionalización de la banca con dinosaurios del sindicalismo como Luis Barrionuevo; el cineasta Fernando Solanos, representantes de la rama conservadora del peronismo duhaldista con trotskistas, Libres del Sur y la apariencia pasajera de Alfonsín y la Unión Cívica Radical—justo en el aniversario de la represión del 19 y 20 de diciembre 2001.
Más allá de los reclamos principales—reducción del impuesto a las ganancias y solución a los problemas de la inseguridad—cabe preguntar si los manifestantes y sus líderes se movían en base a alternativas reales y sostenibles. ¿Cuántos obreros realmente piensan que una alianza entre ellos y los señores del campo puede producir un hecho político y económico favorable a sus intereses? ¿O será algo menos de una alianza, una coincidencia espuria?
Está claro que ciertos sectores de la izquierda intentan hace tiempo diferenciarse de las políticas “progresistas” del gobierno Kirschnerista, que no sería fieles a sus nociones marxistas si se dejasen engañar por las propuestas burguesas, las políticas que favorecen las clases medias… Plantean sin chistear que participar en marchas de este tipo no supone subordinar sus intereses a los de la derecha; que siempre deben estar dónde están los movimientos populares.
Volviendo a la visión del observador y del periodista experimentado: ¿No es un mix un poco raro? ¿No hace repensar los conflictos entre peronistas y la izquierda durante el primer gobierno peronista, incluso en la lucha contra la dictadura? Pero esta vez con los de Buzzi en el campo popular (¿) ¿No es una situación que hace reflexionar sobre la pulsación de repetir? Siempre bajo esquemas aparentemente novedoso: matices que van y vienen pero nunca desaparecen de las cedulas sociales de un país.
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