Verónica Díaz Benavente, cantante y actriz: "La equivocación, el error es un fantasma que aterroriza al músico..."
Cuando nadie sabía de escenarios los artistas cantaban, bailaban y empleaban sus cuerpos como instrumentos expresivos. Como en un vino añejo uno nota algo de esta herencia en el espectáculo “La malcriada,” una ópera insólita escrita y dirigida por Verónica Díaz Benavente. Jaquematepress se acercó a ella para charlar sobre su fiesta escénica y su manera de entender el trabajo artístico.
En contraste franca con el estereotipo de los cantantes líricos, usted parece emplear el cuerpo como un instrumento expresivo para acompañar a la voz. ¿Se debe a su formación en teatro y clown?
La tarea del cantante de ópera a veces es un tanto ingrata en relación a los frentes que debe cubrir con mucha exigencia. Por un lado la ópera es música teatralizada y la partitura es el mapa fundamental en el que un cantante debe pararse. A veces como intérprete uno está muy ceñido a grandes acrobacias vocales que requieren de mucha concentración, a una orquesta que está haciendo música con uno, un director, un coro, un director escénico que hace lo que puede para no entorpecer el devenir musical. Todo esto muchas veces va en desmedro de la composición del personaje y el cantante termina haciendo una parodia de actuación pantomímica muy poco creíble. La interpretación resulta perfecta musicalmente pero vacía de compromiso actoral. Yo me encapriché, en que esto no me suceda, al menos en este tipo de espectáculos. Intento decir más allá de lo que canto. Decir algo más. OPINAR. Para mí movimiento y música no van por carriles diferentes. Una cosa lleva a la otra. El humor es una manera de opinar acerca de la interpretación del cantante de ópera. Pero el humor no es algo que uno pueda imponerse. Es algo que sucede... que viene solo.
¿Qué influencia ha tenido su formación teatral en su carrera como cantante?
Mi formación actoral influyó totalmente en mi carrera de cantante y mi formación musical también influyó en mi carrera actoral. La música me hace pensar las cosas desde la lógica de una partitura, tiempo en movimiento y con la disciplina que te da la formación musical. Y la actriz que está dentro de mí intenta que la cantante no mienta. Que le imprima la mayor verdad posible al rol que está interpretando.
¿Cómo fue para usted la escritura de “la malcriada?”
No hubo una escritura lineal. Fue un proceso. Recién ahora me doy cuenta de que esta obra viene dando vueltas en mi cabeza hace años. Yo no me considero una dramaturga porque no soy una contadora de historias sino que lo que resulta es la descripción de un personaje disparatado. Todo fue parte de cosas que me fueron sucediendo desde que me dedico a cantar. Hasta hace años me sentía disociada, por un lado estaba la cantante, por otro una actriz que quería salir y por otro una artista que quería decir algo más. De todo esto y con la ayuda del director Rodrigo Cárdenas fue naciendo esta obra. Hago referencia al director porque él es un hombre de teatro y no de ópera y eso aportó muchísimo. Le dio una mirada mucho más completa en dónde no estaban los sobreentendidos y lugares comunes de alguien que pertenece al lenguaje de la ópera. Vino a ejercer como un rol de abogado del diablo.
¡En qué se basó para armar la historia? Por momentos se nota algo de Brecht en los rápidos recambios y cuando la cantante se transforma en narradora y establece un diálogo franco con el público...
Me basé en mis propias ridiculeces de artista disociado y preocupado por no equivocarse. La equivocación, el error es un fantasma que aterroriza al músico de tal manera que terminamos convirtiéndonos en maquinitas que interpretan perfectamente pero encorsetadas, aterrorizadas, pensando que el público nos va a comer, sufrimos, nos torturamos. Todo eso me llevó a reflexionar si estamos haciendo arte. ¿Dónde queda el artista detrás de ese ser aterrorizado esperando que el público se lo coma crudo como los leones en un circo romano?
En cuanto al diálogo con el público, distanciamiento y los recambios... no me los propuse. Hay un planteo desde la dirección que me ayuda a sentirme muy contenida y jugar libremente pero sin irme para cualquier lado. Lo que creo es que el humor siempre obliga al público a tener un rol menos pasivo... Es un cómplice. Esa es una de las bases del clown. El clown es querible porque constantemente le está haciendo guiños a un público que lo termina de cerrar como personaje. El clown no saca conclusiones... el se muestra ingenuamente y la gente se ocupa de darle identidad a la criatura. La malcriada como personaje es un ser que no se cuestiona a sí misma, se piensa diva pero a medida que transcurre este concierto que está dando se le van viendo las hilachas de persona llena de agujeros como cualquiera.
Los enojos del personaje con el pianista, el iluminador y consigo mismo, como así también su humor insólito construyen un mundo cómico pero al mismo tiempo parecen plantear cuestionamientos vínculos al teatro y la opera. ¿Es así?
Absolutamente... El personaje intenta sacarse la responsabilidad de encima. Ella JAMAS ASUME la culpa de lo que sale mal pero sí se lleva los laureles de lo que sale bien. Ella quiera dar un gran concierto, pero este engranaje está formado por humanos que se equivocan y pasan cosas que ella no espera que sucedan. la equivocación está prohibida en la ópera. Y YO QUIERO SACAR VENTAJA DE ESA EQUIVOCACIÓN El humor me facilita las cosas. Es más fácil decir algunas cosas desde el humor. El enojo le sirve al personaje para decir YO NO FUI LA QUE ME EQUIVOQUÉ
Su relación con el público es muy cálida. ¿Cómo evalúa el espectáculo en relación con lo que planteaba al escribir y montarlo?
Creo que la calidez nace de mostrar mis vulnerabilidades. Todos tenemos debilidades, temores, errores. El público agradece cuando ve que el artista es un ser de carne y hueso al que le pasan cosas como a todos. Más allá del virtuosismo que uno pueda tener Y QUE ES FESTEJADO , no deja de ser una persona que tiene miedos, tristezas, equivocaciones. En cuanto a la evaluación... trato de no sacar conclusiones... intento disfrutar de poder estar DICIENDO COSAS. Encontrando de a poco mi propio lenguaje como artista y si la gente lo valora y la pasa bien seré muy feliz.
“La Malcriada” viernes 20:30 horas, Balcarce 682, CABA.
Email: verodiaz99@gmail.com
http://www.veronicadiazbenavente.blogspot.com
Verónica Díaz Benavente:
Cantante y Actriz. Como cantante, se formo con los maestros Marisa Albano, Susana Cardonnet y Cesar Tello. A su vez, realizó seminarios con Vittorio Sicuri (Italia) y se perfeccionó en el lenguaje de la música popular con Carmen Baleiro. En el año 1994 ingresa al Instituto Superior de Arte del Teatro Colón. Como solista, forman parte de su repertorio: la “Marie de la Fille Du Regiment” con la Sinfónica de Bahía Blanca; “Olympia de Hofffmann”; “La Reina de la Noche” en Espacio Victorium; varias cantatas de Bach bajo la dirección del Mtro. Maximiliano Uzal y roles de ópera (Musetta, Flora) en el Teatro Roma de Avellaneda. A lo largo de los años 2009 / 2012, protagonizó la zarzuela “La Maja”, producida por el Ensamble Lírico Orquestal de la Asociación de Músicos en el Teatro del Globo. Como cantante de música contemporánea, protagonizó la Opera “Teoría Sagrada del Espacio Acústico” de Oscar Edelstein. Como actriz, se formó con Juan Carlos Gené, Verónica Oddo, Raquel Sokolovicz y Martín Salazar. A lo largo de los años 2000 / 2003 fue parte integrante del elenco del Teatro General San Martín, participando en espectáculos tales como: “Cianuro a la hora del té”; “La Boca Amordazada”; “La Diosa” (las tres piezas con dirección de Leonor Manso) y “La Venganza de Don Mendo”, con dirección de Villanueva Cosse. En el ámbito internacional, participó, a su vez, de la gira a Estados Unidos del Teatro General San Martín con la obra “Cianuro a la Hora del Té” (versión norteamericana dirigida por Dorothy Silver) y protagonizó la zarzuela “Adiós Julián”, con dirección de la española Marina Bollaín, producida por la Embajada de España. En su rol de cantante y actriz, es la co- creadora y protagonista del espectáculo “Las Tontas”, junto a Gimena Riestra (Años 2005, 2006 y 2007, en el Teatro La Casona y en el Centro Cultural de la Cooperación). A su vez, fue la creadora e interprete de los siguientes unipersonales “Oveja gris ... no me dejaron ser negra”, espectáculo que contó con el Apoyo y el Patrocinio de Proteatro (Teatro de la Casona, Año 2007) y “Mujeres que cantan”, espectáculo teatral – musical, dirigido por Liliana Pécora, galardonado con una nominación para los Premios Hugo por “Mejor Labor en Unipersonal”. Por otro lado, en su rol como cantante, en el año 2012 se integra al Coro Polifónico Nacional y, desde el año 2005 en adelante, es parte integrante de la Cía. Lírica Positano.
0 comentarios