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"El secuestro de Isabelita," una reflexión en formato de comedia de Daniel Dalmaroni

"El secuestro de Isabelita," una reflexión en formato de comedia de Daniel Dalmaroni

Al bajar las escaleras del Teatro del Pueblo para ver “El secuestro de Isabelita,” comedia ácida de Daniel Dalmaroni, el espectador se encuentra con botellas molotov, tapas de diarios de la época, un triángulo de cajas en forma de ataúdes dibujadas con fusiles rojos y una pregunta auto-dirigida: ¿qué pasó? Es decir, cada espectador argentino comienza a escribir la historia en su cabeza mientras espera el comienzo formal de la función, en base a su propia “experiencia emotiva” de haber vivido y sobrevivido los trágicos acontecimientos luego de la muerte de Presidente Juan Domingo Perón.

 Nunca es fácil escribir artísticamente sobre hechos políticos violentos, recientes y no resueltos. Al escribir y dirigir  "El scuesstro de Isabelita,"un espectáculo sobre los desaciertos, las confusiones ideológicas y los delirios de los grupos subterráneos que luchaban en los años '70 por un país más justo, Dalmaroni provoca en el espectador una reflexión, o bien una especie de autocrítica largamente postergada, al menos durante la función y el café posterior en un bar cercano al teatro.

 La comedia encuentra en el equívoco uno de sus sustentos más sabrosos:una mujer que se llama Isabel, que no es la viuida del fallecido Presidente Juan Domingo Perón es secuestrada y pone en sus propias palabras el desacierto: “Yo no soy Isabel Perón.” Tiene no obstante el mismo nombre, su físico es casi idéntico, y además y como empleada doméstica, trabaja para la Presidenta. No sabemos si en la vida real alguna vez algún grupo planteó secuestrar Isabelita, pero desde la dramaturgia el truco funciona muy bien.

Se trata de una célula desprendida de los Montoneros y cree haber secuestrado a Isabel Perón, pero la mujer secuestrada jura que no es "la Chabela," sino una empleada de limpieza. De ahí muchas situaciones de una confusión trágica...el desparador de una trama en la que los idealistas luchan con burócratas, la pasión y el amor...De repente entra la joven militante Analía: ¿"De dónde venis?" preguntan. "Del colegio...rendí una previa que me quedaba..." Pero, como los demás, tiene un revólver...

 Lo que el espectáculo pone en discusión no es el ideal de la lucha revolucionaria de la época, ni tampoco las 30.000 víctimas  ensangrentadas posteriormente por el terrorismo de Estado; el enfoque tiene más que ver con una actitud dogmática de los grupos guerrilleros, una visión sectaria, casi una fe, que termina contradiciendo las mismas banderas de lucha de los revolucionarios. Por ejemplo, rituales de discusión ideológica que sofocaban el debate, auto-crítica de forma y no de fondo, la prohibición extrema de homosexualismo…

 Se sabe que en los últimos tiempos de la presidencia de Isabelita Perón grupos como la triple A comenzaban a aniquilar a personalidades cuya orientación ideológica giraba a la izquierda del centro ideológico,tarea luego continuada por la Dictadura Militar a través del golpe del 24 de marzo, 1976. Es en el contexto del desazón generalizado de los últimos tiempos de la presidencia de Isabelita, antes del golpe militar,que la obra de Dalmaroni ubica la acción dramática.

 Escuchar lo que hoy parecen parodias en la boca de los militantes de la época, nos obliga a pensar además que las tragedias humanas pueden reaparecer como comedias con el paso del tiempo, que es mucho más fácil entender la realidad con el paso del tiempo pero reflexionar en profundidad sobre los equívocos siempre ha sido y siempre será difícil. 

 Con gran éxito la obra recrea el ambiente y el imaginario político de la época, de toda una generación, y a la vez cuestiona fuertemente una especie de automatización metodológica, si bien los personajes se dejan ver como personas vulnerables, humanos, ciegos, confundidos, idealistas.

El espectáculo logra su objetico: avanza un poco más hacia un terreno muy poco explorado, sin caer en la solemnidad ni los estereotipos. Igual queda una duda: ¿qué puede pasar en las cabezas de las personas que justificaban y siguen jusstificando el golpe militar y la represión sangrienta contra los movimientos populares y de izquierda? ¿Entenderán la intención de provocar una sana auto-crítica en el seno del movimiento popular o saldrán más convencidos que nunca de su anti-comunismo viscoso?

Sin ser sobresaliente,la actuación del elenco cumple perfectamente con la intención del director y logra una muy buena comunicación con los espectadores, a través de la ironía, el uso de expresiones típicas de la época (los chumbos, los fierros) y el vestuario.

Texto y dirección: Daniel Dalmaroni.

Intérpretes: Viviana Suraniti, Gabriel Kipen, Mariano Bicain, Laura Agorreca, Gastón Courtade, Ivana Averta, Daniela Nirenberg (reemplazada por Sofía Bertolotto) y Juan Mendoza Zéliz.

Escenografía y luces: Marcelo Salvioli.

Vestuario: Cecilia Carini.

Teatro del Pueblo, Roque Sáenz Peña 943

Sábados, a las 23.

Duración: 60 minutos.

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