¿Y si el maíz de los países del 'tercer mundo' termina alimentando los coches y las fábricas de los países ricos?
Lo ha dicho Jean Ziegler, relator especial sobre el Derecho a la Alimentación de la ONU:
"Se calcula que para llenar un tanque de un auto (50 litros) con biocombustible se necesitarían unos 200 kilogramos de maíz, lo cual es suficiente para alimentar a una persona durante un año."
Pues, algo huele mal en el repentino empeño de convertir los campos de maíz, soja o girasol--especialmente en el tercer mundo-- en fuentes para la fabricación de nuevas energías supuestamente 'limpias' en el ‘primer mundo’ mientras las grandes empresas multinacionales de petróleo buscan por todos los medios posibles obtener suficiente petróleo para alimentar sus coches e industrias.
Parece ser que el mundo industrializado, es decir, el capitalismo internacional, necesita reorganizar el mercado para poder seguir adelante con el consumerismo y al mismo tiempo mantener a los países periféricos como abastecedores para sus necesidades industriales.
Uno de los temores de las potencias mundiales es la posible falta de petróleo debido o bien a la sobre-explotación de los recursos de hidrocarburos o las políticas aplicadas por los países productores de petróleo, especialmente en el mundo Árabe. Uno de los no declarados motivos por la invasión norteamericana de Irak ha sido justamente el interés en las grandes reservas de petróleo que yacen bajo tierra allí.
Si bien se vende la supuesta ‘pureza’ del biocombustible como un factor a favor de su gradual reemplazo a las fuentes de energía basadas en hidrocarburos, el resultado concreto es una fuerte reorganización del mercado. Debido al incremento en la demanda por soja y maíz y otras plantas para la reconversión se nota ya el encarecimiento de los alimentos.
Con un ritmo cada vez más veloz los países pobres comienzan a exportar grandes cantidades de productos a los países productores de biocombustibles--especialmente los Estados Unidos de Norteamérica, ya que los precios para maíz y soja aumentan rápidamente. Asimismo, Europa y los E.E.U.U. ya no producen suficiente cultivos para alcanzar los plazos propuestos de reemplazar el petróleo por los biocombustibles.
La Organización para la Agricultura y la Alimentación (FAO) de la ONU, por ejemplo, afirma que actualmente en el mundo alrededor de 854 millones de personas no pueden alimentarse todos los días y se estima en unas cien mil la cantidad de personas que mueren de hambre todos los días.
Si los países productores de biocombustibles cumplen con sus metas, se calcula que para el año 2010 el precio del maíz podría aumentar en un 20 por ciento, 41 por ciento para el 2020, según el Instituto Internacional sobre políticas Alimentarias )IIPA. Habría que suponer que el número de personas desnutridas treparía entonces hasta unos 1,200 millones.
Pero otro efecto muy grave sobre el mundo se verá en la ecología, pues en general son las empresas multinacionales las que se encargan de la mayor parte de la producción de soja y maíz en los países pobres. Se emplean grandes extensiones de tierra y eso quiere decir que las grandes empresas se apropian de la tierra, incluso a veces de tierra de los pueblos originarios, como así también de los bosques naturales, desmontando zonas para plantar soja y maíz.
Es algo que sucede en La Paz, Entre Ríos, Argentina, por ejemplo, donde la empresa Monsanto se ha hecho de enormes extensiones de tierra y tira grandes cantidades de pesticidas desde aviones para asegurar grandes cosechas. Ha habido quejas de campesinos en la zona afectadas por los químicos. Además, una vez que se haya efectuado un desmonte para plantaciones, la tierra se empobrece rápidamente...
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lanobil -