Una estimulante charla con una sandía sanguínea...
El escritor se acercó a ella, una bella. sabia y lujuriosa sandía, y, vociferando las disculpas correspondientes, entró directamente en el tema:
--No te quiero molestar, pero he leído que comer una generosa porción de tu fruta me puede asegurar una vida amorosa más larga, intensa y apasionada.
--Es cierto, tengo una cantidad muy amplia de fitonutrientes, también licopeno en cantidades, betacaroteno, pero me parece que te interesa más que nada la citrulina..."
--¡La qué?
--Es una sustancia que tiene la capacidad de relajar los vasos sanguíneos...
--¿Cómo el Viagra?
--¡Pará! Yo hablo de mis cualidades. Me importa un bledo lo que producen los laboratorios.
--Está bien, está bien...
--Es que algunos científicos se dan cuenta recién ahora de algo que yo sabía hace tiempo.
--¿Qué cosa?
--Y...la citrulina se convierte en un aminoácido llamado arginina, que te asegura una buena circulación de sangre.
--¡Qué interesante! ¡Me da ganas de comerte!
--¡Pará un momento! Los sabios dicen que la arginina mejora la producción de óxido nítrico, que a su vez relaja los vasos sanguíneos, y es ahí donde el efecto se parece a lo del Viagra.
--Señor, tengo un problema y una pregunta.
--En fin, yo también, todos tenemos problemas.
--Sara me ha dejado.
--¿Así?
--¿Qué puedo hacer?
--Y...comer un poco de sandía todos los días no estaría mal, pero lamento decirte que yo no regalo nada.
--No entiendo.
--Tendrías que ir a una frutería y además, y esto es muy importante, cambiar tus hábitos, aprender a escribir poesía, hablar con la luna, compar velas, perfume, incienso y aceptar que el amor no es eterno.
--¿No?
--Bueno, no siempre.
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