La respiración, un poco de aire en medio de la crisis...
¡A respirar se ha dicho! Se sabe que no pocos filósofos, religiosos, y cultivadores de la vida sana fundamentan sus ideas en la práctica y la profundización de la respiración. Entonces, nada mejor en tiempos de crisis, ante el triste espectáculo de multimillonarios que estafan a los inversores y luego piden dinero al Estado, nada mejor, digamos que una buena sesión de respiración profunda.
Es que cada ser humano es una unidad que precisa estar en movimiento y el movimiento requiere una respiración adecuada a la demanda del cuerpo. Los problemas comienzan cuando falta un diálogo adecuado entre la toma y expulsión de aire y el tipo de acción realizada. De ahí la importancia de ubicar el movimiento no sólo en función del entorno exterior, sino en relación con el interior de cada persona. La burda comercialización de la vida que invade la vida humana a través de la visión capitalista del progreso produce antagonismos entre cuerpo y mente, entre lo que la sociedad dice que debemos hacer y el camino indicado por nuestra energía vital interior.
El sufrimiento ataca a todos, en el cuerpo y en la mente, casi siempre en el momento menos esperado, cuando no estamos preparados. Con un poco de suerte algunos escapan los extremos pero no hay nadie que no tenga que soportar dolores. Lo interesante es aprender "leer" nuestro cuerpo, desarrollar la mente en estricta coordinación con los huesos, los músculos y los órganos interiores, liberarnos de las presiones externas; en una palabra, estar preparado para cada crisis que el destino nos tiene guardado. El secreto está allí, no en el shopping, no en la televisión, no en la última moda, no en los lindos discursos y promesas de los políticos, de los pastores o padres, no en la cirugía plástica, no en las religiones que prometen el cielo (después de la muerte).
La respiración, conjuntamente con movimientos que involucran a todo el cuerpo y ejercicios que estimulan la imaginación y la creatividad: allí tenemos un secreto que podemos descubrir paso a paso. En China se habla del "Chi", el centro energético ubicado un dedo debajo del ombligo. La respiración, como se sabe, es una función a la vez automática y voluntaria del cuerpo. Entonces, al desarrollar el “chi” podemos mandar el aire y la energía a la parte del cuerpo que pide ayuda, donde hay dolor o donde el esfuerzo pide más oxígeno.
Hay recientes investigaciones que demuestran que la adquisición de nuevas destrezas estimula la producción de neuronas; lo mismo parece suceder con la generación de nuestros sentimientos de apreciación: cuando nuestros actos se hacen con afecto se incrementa la cantidad de neuronas en el cerebro. Incluso la gratitud y la apreciación fortalecen el sistema inmunológico, mejora la circulación de sangre y oxígeno. Está claro que en aquellos momentos cuando la mente está dominada por los pesares, las penas, la pérdidas y toda clase de situaciones negativas, la energía vital parece desvanecer. ¿Qué hacer? Tratar de preguntarse qué cosas pueden causar placer, incluso en ese momento gris, de qué cosas estamos seguros. También efectuar ejercicios y rutinas diarias, de respiración y de movimientos suaves. Dicen los sabios que es muy importante establecer rutinas que realizamos todos los días a la misma hora, en el mismo lugar.
Hay una dialéctica que une todas las acciones: cualquier acción tiene un antes, un desarrollo, un punto culminante y un desenlace, como un cuento. Lo interesante es que en cualquier momento de su desarrollo, puede intervenir una fuerza (que puede ser nuestra propia voluntad) que rectifica el rumbo o la dirección o la cualidad de la acción. Uno nace para crecer, madurarse y morir, como todas cosas en la naturaleza. Nada permanece tal como es ahora, el presente no vuelve. Entonces, el arte de vivir bien consiste en aprender cómo comenzar bien cada acción, concentrar la atención en cada momento, comprender luego la profundidad de cada instante y su carácter único.
Aquí también la clave está en la inhalación y la exhalación. En la medida que nos acoplamos al ritmo de la toma y expulsión del aire, logramos enfrentar mejor las cualidades siempre cambiantes del tiempo y de la situación que nos involucra.Es preciso además entender la causa y el efecto de nuestras circunstancias, lo que los budistas llaman "karma." Sucede que nuestra conducta anterior nos ha conducido a las actuales circunstancias: así como el cuerpo guarda todos los golpes y besos que ha recibido en el pasado, la mente también. Entonces, habría que dirigir la mente y el cuerpo hacia actividades creativas en el aquí y ahora, dejando atrás las del pasado.
La libertad, hermosa palabra que cada uno emplea para fines diversos y a veces contradictorios, es tal vez una metáfora. En el budismo tibetano, por ejemplo, se habla de pasar por puertas, cada puerta siendo un etapa que dialécticamente conduce a otra. En nuestra vida las metáforas son la comida con la cual alimentamos el alma.
La primera: "olvida el pasado," vivir sin pegarse a lo que pasó antes, como una estación que el tren ya ha dejado atrás. Luego, aparece la segunda puerta que dice algo así como sea lo más activo y participativo en este mismo momento, participa plenamente en este momento. La tercera puerta sería abandonar todo sentido del yo, es decir, en vez de preocuparnos del ego, habría que concentrar la energía en hacer cosas con pasión. Al llegar a la cuarta puerta, cosa que no muchas personas logran, habría que olvidarse totalmente del futuro...cosa sumamente difícil en un país como Argentina, en un mundo como el actual, repleto de crisis, obsesionado con la acumulación de cosas, de la seguridad...
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