La sombra de Peter Schemihl, una leyenda
Una tarde de luz tenue, Peter Schlemihl, nuestro querido y estimado héroe, leyenda de millones, apuesto y arrebatadizo, se encontraba paseando por la plaza del pueblo.
Bellas damas con sus perros hubo, vendedores también. En fin, casi todo el pueblo se encontraba allí estirando las piernas, pues eran las cinco de la tarde. Entre las muchas voces que llegaron a los oídos de Peter, empujadas por la cálida brisa primaveral, hubo una que le hizo darse vuelta con un pequeño salto.
--Señor, amable señor, no es mi intención molestarle pero debo decir que Usted es dueño de una hermosa sombra.
--¿Qué? ¿Cómo? ¿Quién es Usted?
--Es muy bella su sombra, tan bella que la quiero comprar.
¡Qué estupidez pensaba Peter. Una sombra no es una cosa, no es una botella de vino anejo, un plato de ganso, un traje de moda. Este hombre no me puede comprar mi sombra. Pero…a ver…
--Yo tengo los bolsillos llenos de objetos de mucho valor: oro, monedas de plata, un bastón mágico…y el bolso de Fortunato…
--¿Así? Plata, oro…y el bolso de Fortunato?
--Es suyo si me da su bella sombra.
--¿Bueno, ay..no sé…Bueno, adelante.
Y Peter de repente andaba por el pueblo como el rey, como el soberano máximo, comía todas las delicias, tomaba el mejor vino, hacía el galán del pueblo. Hasta que…
--¡Qué asco! Un hombre sin sombra. Es una vergüenza, una verdadera vergüenza!
Así opinaba una vieja.
--¡Repulsivo! Gritó la rubia vendedora de flores, de caderas insinuantes.
Pobre Peter. Para pasarlo bien tenía siempre que caminar por las sombras, pues en el sol era un hombre sin sombra. ¡Cómo vivir así! ¿Como seducir a una mujer sin una sombra? Entonces pasaba sus días en su casa, esperando el destino. ¿Qué iba a hacer? Peter siempre se encontraba agarrado al bolso de Fortunato. Buscaba el amor debajo de los árboles, en las arcadas, bajo la protección de las nubes. Pero si tomaba el brazo de una dama para pasear al sol…Entonces, tuvo una idea: fue a la casa de su amigo, el pintor y le explicó el dilema.
--Amigo mío, te pido una gauchada.
--¿Qué cosa?
--¿Me pintás una sombra?
--¿Qué?
--Y…vendí mi propia sombra por el bolso de Fortunato.
--¿En serio? ¡Qué tonto sos! Y ahora la añorás. Bueno, está bien, te puedo pintar una sombra, pero tomás un paso en el sol y…
--No importa. Tenés que entenderme. Necesito una sombra.
Entonces, Peter respiró contento con su sombra recién pintada. Pero, siempre hay problemas en este mundo. Peter tenía su sombra nueva pero al moverse la sombra se separaba de su cuerpo. Un día, con ese problema a cuestas, se encontraba en la Plaza, pensando qué hacer con su vida. De repente escuchó la voz melosa de Fanny.
--Peter, mi amor: ¡qué hacés!
--Y…espero la luz de una bella dama, pues para recuperar mi sombra.
--¿Qué decís? Tu sombra es hermosa.
--Claro que sí, la pintó mi amigo, pero si tomo un paso…hmm…veo que sos dueña de una sombra magnífica, muy bella, como la mía. ¿Qué te parece si compartimos sombras? Fanny dudaba desconcertada. Peter aprovechó su confusión para suspirar dulces frases en el oído de la mujer. En ese mismo momento una enorme nube negra tapó el sol. Rápido como un rayo Peter agarró la sombra de Fanny. Desde ese momento Peter y Fanny pasan por la vida con la misma sombra. Sin embargo ciertas personas dicen que Peter recuperó su sombra a expensas de su libertad…
0 comentarios