Navidad con Jorge Rafael Videla sudando en una cárcel común
¿Habrá previsto el general Jorge Rafael Videla ese 24 de marzo de 1976 que 34 años después, en vísperas de Navidad, estaría sudando en una cárcel común, condenado por haber sido violador sistemático de derechos humanos, genocida y terrorista de Estado, condenado por la justicia civil de un gobierno elegido democráticamente?
Se sabe que a través de la sangrienta historia de la humanidad el ganador siempre impone su ley y su versión de los hechos sociales y económicos, borrando las causas del perdedor a la dispersión y al olvido. En el caso argentino, sin embargo, se ha buscado con muchos esfuerzos reparar los daños realizados por los usurpadores mediante juicios a las personas acusadas de lesa humanidad y violación sistemática de los derechos humanos.
Los comandantes militares que tomaron por asalto el poder en Argentina en nombre de una lucha contra subversivos y en el contexto de la “guerra fría” del Pentágono no pensaban perder. Pensaban que ellos representaban una pieza importante en un mundo dividido de un modo simplista entre quienes apoyaban el concepto económico y social de Washington y quienes luchaban por cambios sociales o por la extensión del sistema soviético.
Poco después de asumir General Videla dijo que se tendría que matar a tantos argentinos como fuera necesario para asegurar la “democracia” y el “estilo occidental de vida” de los Argentinos. Hubo en efecto 30.000 desaparecidos (personas secuestradas, torturadas y muertas por las fuerzas armadas o sus grupos para-militares). Además, por cada persona desaparecida, muerte, torturada o encarcelada hubo familiares y amigos que tuvieron que sufrir las consecuencias emocionales de esos abusos.
El presidente del tribunal TOF 1 de Córdoba, Jaime Díaz Gavier, leyó la condena a prisión perpetua de Videla, de Luciano Benjamín Menéndez y otros 21 policías y militares, en una megacausa que comenzó el 2 de julio. Videla no aceptó su culpa. Al contrario, según la información periodística de sus declaraciones, insistió en que…
“Debí exponer y dije que habiéndose agotado la instancia de represión a cargo de las fuerzas de seguridad y la inoperancia de la Justicia, que por temor no había dictado ni una condena, parecía llegado el momento de apelar al uso de las Fuerzas Armadas para combatir el terrorismo subversivo.” (Página 12, 26-12-2010).
Es cierto que el contexto social, político y económico en 1976 fue caótico; pero lo que está en discusión es el método empleado por los militares—muchos de ellos entrenados en los conceptos de la guerra contrasubversivo desarrollado por el Pentágono luego de la derrota de los Estados Unidos en Vietnam.
No solo grupos de izquierda o guerrilleros sino también sindicalistas, escritores, políticos, negociantes, religiosos y personas de diferentes niveles de actividad fueron secuestrados y mantenidos en centros clandestinos donde el trato común incluía el abuso y la tortura a los efectos de sacar de los detenidos datos sobre sus amigos y familiares. De eso modo la represión llegó a amplios sectores de la sociedad.
Es decir, los golpistas pensaban que la única forma de enfrentar a quienes luchaban a favor de una sociedad más justa, o quienes cuestionaban el sistema de valores del poder en el país, era mediante una feroz violencia del Estado.
Videla piensa que sus “enemigos” de aquella lucha están en el poder hoy, y sugiere que la lucha que inició en 1976 no ha terminado.
Los golpes en Argentina siempre han recibido los aplausos de importantes grupos sociales y/o de intereses tales como las empresas multinacionales o gobiernos que, como los E.E.U.U., de repente entienden que sus intereses dependen de la orientación de los gobernantes.
En ese contexto, es tal vez conveniente analizar el trasfondo de la situación actual en el país, pues nuevamente hay grupos que exigen “mano dura” contra delincuentes, pobres o inmigrantes…
0 comentarios