Américo Antonio Fernández Izaguire: "Los principios ennoblecen los actos de los hombres"
A las 12:30 de la tarde, Américo Antonio Fernández Izaguire casi siempre está tomando el almuerzo con su esposa en la cocina del negocio “Los Principios,” en San Antonio de Areco.
El periodista sabía el hábito de Américo, entonces se acercó al negocio para tocar el vidrio de la puerta con una moneda. Luego esperaba. No había ni un alma a la vista, pues en los pueblos de la provincia se observa todavía la costumbre del almuerzo y el descanso. Dentro del negocio Américo debe estar explicando a su esposa que el periodista ha llegado.
En la calle hay un pequeño cartel que dice “Los Principios.” Está ubicado en las alturas de la casa de ladrillos. No es un nombre usual para una dispensa, piensa el periodista, pues ofrece en venta arroz, azúcar, pan, té, yerba, pastelitos productos envasados varios, pero además uno puede conversar largamente con el dueño o con un amigo, tomar unos cuántos tragos y observar como el día se hace noche. El nombre del negocio despierta la imaginación del forastero, pero para los parroquianos del pago de Areco “Los Principios” es más que un negocio: es un símbolo.
Entre los muchos distinguidos clientes de “Los Principios” figura no menos que Don Segundo Sombra, el gaucho que inspiró la novela de Ricardo Gûiraldes.
--Buenas tardes ¿Estabas esperando mucho tiempo?
--Un rato no más. ¡Lindo negocio! ¡Hermoso!
Américo es un hombre vital a pesar de sus 75 años, de buen porte, el rostro color rosa, ojos vivos y una sonrisa sutil que cuelga lista en las comisuras de sus labios. Mientras habla camina de un lado a otro, haciendo las tareas de siempre.
--El negocio era de mi padre, ahora es mío, luego será de mi hijo.
--¿Su papá era de San Antonio de Areco?
--No. Nació en Tres Arroyos, pues el abuelo había venido de España en 1893 y era maestro y el gobierno de aquel entonces revalidó su título y lo mandó al campo, así que tuvo que andar de aquí para allá, con muchos traslados.
--¿Por qué se mudó aquí?
--Porque el abuelo se jubiló acá y se quedó. Tenía un almacén de ramos generales aquí, también otro en La Pampa, pero se estableció aquí con el hermano en la cooperativa que está cerca de la Plaza y abrió el negocio. Habría sido en 1918, con el nombre de “Los Principios.” Cuatro años después vino aquí.
--¿Qué había entonces en este lugar?
--Es que era soltero. Lo único que había era el local y una pieza, nada más…y esa cocina antigua que usted ve adentro de la pieza. Bueno, vino alquilando, sí, alquilando, pero después compró y se hizo propietario y comenzó a construir. Había un baldío por allí y allí también, entonces iba construyendo, una pieza, otra, después el baño y después se casó. Primero hizo la casa, luego se casó, en 1930.
--Entonces, usted nació aquí.
--Sí, yo nací aquí mismo. La partera atendió a mi madre aquí, es decir a 40 metros de aquí, de modo que yo llevo toda la vida acá. Tengo las raíces aquí, vió…
Américo levanta los pies y efectúa una especie de baile sobre el piso.
--Es entonces un lugar de mucha historia.
--Mucha historia, sí, desde el momento cuando “Los Principios” abrió en 1918 ha bajado mucho agua por el puente…Aquí está el libro de cuentas del hermano cuando el negocio todavía estaba allí. ¿Podrá usted ver la fecha? Creo que es febrero de 1918. Sí, sí, febrero. Mi papá vino aquí cuatro años después.
--¡Cuántos productos tiene usted en los estantes!
--Sí. Antes todo era suelto, vino, harina, arroz, azúcar, todo llegaba en bolsos y el bolso se volcaba allí en aquellos baúles de madera. Después con la palita y con un pedazo de papel se colocaba el arroz sobre la balanza, lo que el cliente quería, un kilo, dos, cinco kilos…allí está la balanza que se usaba. Yo la uso yo todavía.
--¿Cómo se efectuaba la entrega de los productos?
--Y en aquel entonces vehículos había, camioncitos con ruedas duras, pero también se usaban caballos. Todas las mercancías se despachaban desde Buenos Aires, por el tren. La estación estaba allí no más, no estaba lejos de aquí. Pero hace años que no corre más, está abandonado.
--¿Y ahora?
--Ahora hay almacenes de por mayor en el pueblo.
--¿Cumple “Los Principios” una doble función, como bar y como almacén?
--Sí, las dos cosas y los clientes son gente que vienen siempre.
--¿Del campo o del pueblo?
--No, del campo ya no. Casi todos son del pueblo, aunque hay gente que va de aquí al campo para trabajar.
--Imagino que en todos estos años ha venido gente VIP.
--Y sí, incluso el intendente.
--Muchos recuerdos ha de tener usted.
--Hay de todo. Está matizado.
--¿Pero nada fuerte…ningún intento de robo?
--No, eso no.
--¿Un cliente de mal humor…un borracho?
--Eso sí. A veces los muchachos están pasado de vuelta y no solamente por la bebida pero no se puede decirles nada. Luego cuando se dan cuenta de lo que han hecho no vienen más. Se dan cuenta de haberse portado mal.
--¿Será que tienen vergûenza?
--Algo de vergûenza les queda.
--Eso no pasa en la ciudad.
--Imagino que no. Pero lo peor es que estos tipos se cagan en sus propias vidas y también en las vidas de los demás. Si fuera por arruinar sus propias vidas no sería nada, pueden hacer lo que quieren, pero cuando tocan la vida de los demás es otra historia.
--¿Toman drogas?
--Sí, cocaína.
--¿Drogas? ¡Aquí!
--Sí. Hace rato.
Antonio tiene dos hijos. Uno es maestro y vive en Giles. El otro es cobrador, soltero, lo conoce todo el mundo y ayuda a su padre en el negocio.
--Imagino que usted es jubilado.
--Sí, claro, pero lo que paga el gobierno es muy poco. Entonces, hay que seguir trabajando.
--¿Cómo es su trabajo?
--Y el negocio abre a las 8:30 de la mañana y luego del almuerzo sigue abierto hasta las 21:30 de la noche.
--Entonces no tiene usted ni un momento para salir, ni hablar de vacaciones.
--Así es. Pero va bien. Hace unos cuatro años se filmó un aviso para la televisión aquí, sopa para Knorr, muy famoso fue, ganó el Martín Fierro, el mejor del año. Y luego hace unos meses se hizo una película acá, después tiempo atrás también se filmó una tele novela.
--¿Actuó usted?
--En el corte sí, y en otro para el turismo.
--¿Qué tenía que hacer?
--Nada. Atender a la gente, saludar a los clientes.
--¿Le gustó su papel?
--Y…yo ni principiante soy.
..Pero imagino que hacer los cortos ha servido para atraer a turistas.
--Y clientes. Es que el corte sobre la sopa era muy bueno, hermoso, humano, sencillo, sobre el amor. Nadie gritaba, no hubo violencia, ni sexo como se ve ahora.
--Tiene algunos planes para el futuro?
--Y ya estoy en la cuenta regresiva, 17, 12, 7, 5...y luego “Los Principios” pasará a manos de mi hijo. “Los Principios” no se va a defraudar ni desaparecer. Los principios ennoblecen los actos de los hombres.
--¡Y “Los Principios” también!
Contactos:
Américo Antonio Fernández Izaguire
Moreno 151, esq. B. Mitre
San Antonio de Areco (2760)
Provincia de Buenos Aires, Argentina
Teléfono: (02326) 45 2654
1 comentario
Alberto Horacio Cafferata -
Vaya pues mi agradecimiento por tan nostálgico recuerdo.