Centro Cultural Haroldo Conti

Al inaugurar el 31 de mayo el "Centro Cultural Haroldo Conti" en edificios y terrenos antes ocupados por la ESMA (escuela naval argentina), se abrió un debate.

Al cierre de las actividades el secretario de Derechos Humanos del gobierno argentino, Eduardo Luis Duhalde, preguntó:

"¿Es posible y legítima la actividad cultural en la ESMA y en otros centros clandestinos de detención después de lo que pasó (se refiere a las torturas y secuestros realizados durante la dictadura militar entre 1976 y 1982)?

Patricia Walsh, la hija de uno de los más conocidos víctimas de la ESMA, el periodista, escritor y militante Rodolfo Walsh, planteó el problema de la siguiente manera:

"La postura de la familia es que Rodolfo Walsh debe estar al margen de esta forma de usar a los desaparecidos. No se puede hacer cultura en los centros de concentración mientras los genocidas siguen impunes. Si se quiere reivindicar a Rodolfo Walsh, lo que importa no es hacer música en un campo de concentración, sino meter a los genocidas presos."

En el lugar--con unos mil metros cuadrados--funcionará una biblioteca, salas de exposiciónes, un cine, un área de teatro y un espacio de estudios. Durante la dictadura funcionaba allí el Centro de Estudios Estratégicos, donde tomaban clases los altos oficiales de la marina. Fue la última de las instalaciones de la ESMA que pasó a convertirse en un "Espacio para la Memoria."

El director del nuevo espacio cultural, Eduardo Jozami,  explicó que "La memoria no es solamente una tarea de archivo, sino de afirmar en el pasado y también en el presente ciertos valores básicos que hacen a la democracia y a una sociedad más justa."

El debate sobre la utilización para fines culturales de espacios donde se practicaban groseros abusos de los derechos humanos seguramente continuará en el futuro en la sociedad argentina y en el nuevo centro cultural. Entretanto, en los "centros de poder" de este mundo "globalizado" se habla a diario de la "democracia" mientras por abajo--en oscuros cárceles y centros secretos de detención--los presos de la así llamada "guerra contra el terrorismo" sufren en carne propia  tácticas abusivas de indagatoria con la excusa de "salvar vidas."